Las verdaderas dos españas

Llevo mucho tiempo sin escribir de política en este blog. Hace un tiempo que decidí ignorar el clima político de España y centrarme en cosas más productivas para mi vida y mi futuro. El hartazgo al que me llevó el bajísimo nivel de nuestros dirigentes me hizo desconectar deliberadamente de la actualidad política y de su insoportable mediocridad.

Vuelvo a retomar el tema político porque creo que merece dedicar algo de energía a los acontecimientos que estamos viviendo. No sé si se han olvidado, pero seguimos en Estado de Alarma. Se está utilizando para contener la propagación del COVID-19. Sin embargo, desafortunadamente no estamos consiguiendo vacunar a la población al ritmo deseado y nuestras libertades se verán mermadas más tiempo del que nos gustaría. Nos han mentido tanto que aceptamos que lo mejor que podemos hacer es resignarnos. Nos conformamos con pensar que los dirigentes que tenemos dan lo que dan y esperar más de ellos es pedir peras al olmo.

No obstante, nuestros dirigentes no tienen bastante con ser mediocres. Pareciera no ser suficiente para tenerles ocupados que el salario en España cayera más del doble que en el resto de Europa o que cerca de la mitad de los jóvenes de 25 años esté en el paro. No, en realidad eso no es algo que les preocupe lo más mínimo. Como se ha puesto de manifiesto durante las dos últimas semanas, es mucho más urgente empezar a hacer cambalaches para coger el sitio y tener poder para gestionar los fondos que van a llegar de Europa para salir la crisis. Ya saben, todos los partidos de nuestro país tienen como máxima: Hay que gastar para que te voten. ¿Qué mejor oportunidad para ganar las próximas elecciones que estar a los mandos cuando entren los millones que vienen de Europa? Esta es la verdadera razón que estriba detrás del movimiento PSOE-Ciudadanos. La corrupción es la excusa más vieja y menos creíble, a la vista de lo corruptos que son todos, para promover una moción de censura. La realidad es que hay que evitar a toda costa que los gobiernos regionales del PP puedan gestionar los fondos de recuperación. ¿Saben lo que le importa eso al español que trabaja a destajo o que se ha quedado sin empleo como consecuencia del COVID-19? Le importa un bledo.

El espectáculo que estamos presenciando es vomitivo. La dimisión del vicepresidente del Gobierno para presentarse como candidato a la Comunidad de Madrid es un esperpento de dimensiones cósmicas. Pero es mucho peor la reacción del presidente Sánchez. Las declaraciones que hizo en París al enterarse de la dimisión de Pablo Iglesias ponen de manifiesto que le sentó como una patada en los mismísimos. Lo más triste de todo este serial de despropósitos es que si a nuestros dirigentes realmente les importáramos una noticia como la que anunció Pablo Iglesias esta semana, detonando la primera crisis del gobierno de coalición, hubiera abierto la puerta a un nuevo gobierno de coalición. Casado y Sánchez deberían haber aprovechado la ocasión para ponerse de acuerdo y hacer lo que realmente necesita España y los españoles: que los dos principales partidos de España trabajen codo con codo para sacarnos de la crisis que tenemos encima y que lejos de mejorar va a empeorar mucho en los próximos meses.

No lo verán nuestros ojos. Y así se escribe la historia de las verdaderas dos Españas, la de los políticos que viven de espaldas a las necesidades de los españoles y la de los españoles que lloramos la falta de altura de nuestros dirigentes. Pónganse de acuerdo o váyanse a sus casas.  Pero dejen de amargarnos la vida.

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