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La extrema derecha.

Ayer asistí al acto de presentación de Vox en Valencia. Como sabéis muchos de los que leéis este blog me interesa la política pero soy muy crítico con los políticos de nuestro país. Hay muy pocos que me convenzan y por ende desconfío también de las formaciones en las que militan. Vox no es una excepción, en sus filas cuenta con Alejo Vidal-Quadras que a mi entender es una especie de Rosa Díez, pero del PP. Esta circunstancia determinó que mi interés inicial por Vox fuera escaso o nulo.
Os estaréis preguntando ¿Entonces por qué has ido al acto de presentación de Vox en Valencia? La respuesta no es simple. Últimamente no hablo mucho de política con mis amigos porque, o bien el interés que muestran por ella es escaso, o bien las opiniones que mantienen son muy mainstream: lo que dice la televisión, el columnista o el diario de cabecera por el que opta cada uno es una especie de Biblia política y son pocos los que se salen del guión. De manera que son muy predecibles los argumentos que van a utilizar o las respuestas que van a emplear frente a las preguntas que les puedas plantear.
Me llamó mucho la atención la reacción que hubo en las redes sociales frente al nacimiento de Vox: “esos son de extrema derecha”. Fuera de Falange Española, España 2000, Plataforma por Cataluña y alguno que otro más minoritario, no he tenido conocimiento de partidos de extrema derecha en España de manera que llamó poderosamente mi atención que se acusara a Vox de ser un partido de extrema derecha. Poco tiempo después surgió en alguna conversación el tema de Vox, e incluso el de Ciudadanos y algunos de mis amigos se hicieron eco del mensaje: “Esos son unos fachas”. De manera que pensé: “bueno habrá que comprobarlo, puede que tengan un discurso muy radical y yo no me he enterado porque no leo los periódicos que ellos leen y no veo la televisión que ellos ven”.
Por otro lado también ha pesado en mi decisión la presencia en las filas de Vox de dos personas que eran desconocidas para mí y que han irrumpido en el escenario político de una manera que ha resultado llamativa. Son Ignacio Camuñas y Cristina Seguí. Ignacio Camuñas tuvo una presencia destacable en el primer gobierno de la UCD y su biografía se puede encontrar en internet sin mayores problemas si queréis saber más de él. Tiene un discurso vibrante y una vitalidad que sinceramente me sorprendió. Es admirable la energía que irradia ese hombre, he de reconocer que no me lo esperaba. Cristina Seguí es más desconocida, se nota que no tiene experiencia en el ámbito de la política sus nervios en la tarima la traicionaron varias veces ayer. Ella ha despertado mi interés porque representa al ciudadano medio, totalmente desconocido para el público (no como el de algún otro que ha estado deshojando la margarita hasta que finalmente se ha subido al tren de la política), que no entra en política por vocación sino por convicción. La convicción de que para cambiar las cosas hace falta que empujemos todos aunque ello suponga dar un paso al frente y decir aquí estoy yo y contad conmigo para lo que sea.
No me defraudó ninguno de los dos. Como tampoco lo hizo Santiago Abascal. En su discurso se dejó notar que ha estado mucho tiempo esperando a que en su anterior partido las cosas se hicieran de otra manera, se nota que se ha cansado de esperar y que ha cogido el petate y se ha ido con la música a otra parte. Por último intervino Alejo Vidal-Quadras. Es el que menos me convencía y el que menos me convenció. Su discurso fue mucho más calculado, menos espontáneo, menos sincero. En definitiva, más de lo de siempre. Más de lo que estamos acostumbrados a ver y oír todos los días. Creo que Alejo Vidal-Quadras es un político con un discurso válido y necesario, como puede serlo Rosa Díez, pero su sombra es demasiado alargada y eso condiciona a los jóvenes que como yo pensamos que el relevo generacional debe producirse de una vez por todas en la política de nuestro país.

Retomando el tema principal de este post, de todo lo que se dijo ayer por la mañana no escuché nada que pudiera calificarse como de “extrema derecha”. Claro que si se es partidario de que nuestro país se transforme en Venezuela o Cuba y se entiende que eso es lo mejor que puede ocurrir en España es entendible que se hable de extremismos, pero entonces habría que hablar de extrema izquierda y no de extrema derecha. Aún no entiendo como en el año 2014 hay gente en este país que es capaz de justificar un régimen como el cubano donde a día de hoy aún hay gente en la cárcel simplemente por su ideología. Eso sí es extremismo y quién justifique regímenes que encarcelan a gente por su ideología verdaderamente me merece el menor de los respetos.
Vox puede tener un discurso más firme que el que hasta ahora ha tenido el Partido Popular pero no por ello es más de derechas. Esa es mi humilde opinión tras haber acudido a la presentación de ayer. Cuando se habla de Vox como un partido de extrema derecha y en nuestro país existen formaciones como España 2000 o “PxC” me pregunto: ¿Qué criterio emplean los que dicen eso para calificar a los partidos políticos? Mi conclusión es que va a llegar un punto en que todo el que diga en su discurso la palabra: Patria, España, Unidad, Honor, Libertad, Sí a la Vida y similares es alguien de extrema derecha. Como se ha dicho de Albert Rivera, de Rosa Díez o incluso de Ruiz-Gallardón. ¿No se habrá escorado buena parte de nuestra sociedad demasiado a la izquierda? ¿Eso nos convierte a los que tradicionalmente nos han calificado como de derechas en extremistas?

De un tiempo a esta parte me viene pareciendo que la distinción entre la derecha y la izquierda es artificiosa y absurda. Puede que haya sido una de las peores herencias que nos haya dejado la Revolución Francesa. Antes de la misma nadie etiquetaba en función de las posturas que se tuvieran ante un determinado asunto. El encorsetamiento de nuestras formaciones políticas en derecha e izquierda como si fueran absolutamente incompatibles es totalmente artificial y genera divisiones que nos llevan a considerar que unas y otras son irreconciliables. Eso simplemente es reduccionista, falso y estúpido. La pretendida lucha entre derechas e izquierdas es algo que nos llevan vendiendo desde el siglo pasado para que no pensemos por nosotros mismos, para que tomemos un posicionamiento rápido y nos limitemos a seguir y a aplicar el mensaje que proviene del líder de turno. El hecho de que por los propios líderes de los partidos políticos se emplee esa terminología y nos la creamos a pies juntillas sin ver más allá de lo que hay tras el discurso de unos u otros dice muy poco de nosotros mismos.
Creo que debemos quitarnos las anteojeras que tratan de colocarnos desde que empezamos a tener conciencia de lo que es la política y volvamos a preguntarnos como cuando éramos niños, pero esta vez no a nuestros padres o a nuestros profesores, sino a nosotros mismos ¿Qué es ser de izquierdas? ¿Qué es ser derechas? A buen seguro apreciaremos una enorme cantidad de contradicciones y que resulta verdaderamente difícil, sino imposible, etiquetar en un lado o en otro a nadie. Vivimos tremendamente condicionados, hasta el punto de desconectar de un modo alarmante de la realidad, hasta el punto de que pensarás que lo que estás leyendo no es cierto o que simplemente soy un “facha” que pretende justificarse.

Todos tienen algo que ocultar

Ayer tuvo lugar la puesta de largo de Albert Rivera y su “Movimiento Ciudadano” en el teatro Goya de Madrid. Los ánimos se excitan cuando un soplo de aire fresco se deja notar en el lúgubre panorama político con el que tenemos que lidiar todos los días. No obstante, la excitación puede hacernos bajar la guardia y confundir lo que es con lo que queremos que sea.
Desde que hace algunos meses la bomba del caso Bárcenas sacudiera las entrañas del partido que está en el gobierno y ante la falta de la clásica alternativa en el partido mayoritario de la oposición muchos españoles desean que aparezca una alternativa válida y creíble. Un soplo de aire fresco que se lleve bien lejos el aire viciado e irrespirable que nos rodea.
A dos años de las elecciones generales ese soplo de aire fresco parece que empieza a coger impulso. Ya ha ido dando pequeños pasos en la capital, pasos tímidos, como los que uno da cuando va descalzo y anda a oscuras con el temor de pincharse o hacerse daño en el pie. Resulta que Albert Rivera se ha dado cuenta de que, en principio, está pisando una alfombra mullida y cálida y cada vez avanza con paso más firme sobre ella. Por otro lado, Albert Rivera ya ha dado pasos muy grandes en un terreno mucho más hostil y eso no se lo puede negar nadie.
Yo también siento cierta excitación al percibir ese soplo de aire fresco pero he visto y he conocido algo de la política y de cómo funciona ésta en España, de manera que mi instinto me inclina a desconfiar de todo aquello que aparece apadrinado por gente más o menos desconocida.

Así pues uno empieza a husmear en la red y se encuentra con cosas que le invitan al desánimo y a desconfiar más aún. Lo primero que he buscado es la trayectoria del Presidente del Partido de la Ciudadanía, Ciudadanos, o lo que ahora se viene a llamar Movimiento Ciudadano. Poco hay que decir puesto que no es muy extensa. A los veintisiete años se presenta a las elecciones autonómicas catalanas y desde entonces no ha abandonado su posición en la presidencia del partido. Algo totalmente comprensible habida cuenta de los magníficos resultados que ha cosechado. Algo que permite concluir una cosa bastante interesante, si a Albert Rivera le salen bien las cosas, su trayectoria política será idéntica a la de muchos de los que han pasado por los gobiernos de este país, ya que la mayoría de éstos no se han dedicado a otra cosa en su vida. Es cierto que trabajó dos años en la asesoría jurídica de la Caixa, pero también lo es que fue ésta la que le concedió la excedencia para que se presentara a las elecciones autonómicas en Cataluña. Podría apuntarse aquí que la Caixa o CaixaBank, que es como se llama ahora, podría estar jugando un papel mayor que el de tener en excedencia a la promesa más relevante de la política española, pero eso es algo que está por descubrir.
Lo que no está por descubrir, para algunos, es que Ciudadanos, al igual que los partidos de relevancia nacional, ha tenido problemas con el Tribunal de Cuentas, éste, en el Informe de Fiscalización de los Estados Contables de los Partidos Políticos y de las Donaciones percibidas por las Fundaciones vinculadas orgánicamente de 2008, señala (la negrita es mía) en relación al partido que nos ocupa: “La formación política Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía (C’s) fue requerida por este Tribunal en reiteradas ocasiones (22/3/2010 y 23/7/2010), para la presentación de las cuentas anuales relativas al ejercicio 2008. A pesar de las reiteradas solicitudes, la formación política no remitió las citadas cuentas en tiempo y forma para su fiscalización. No obstante, una vez remitidos los resultados provisionales en los que se señalaba esta circunstancia, la formación presentó las cuentas anuales, que comprenden el balance a 31 de diciembre de 2008, la cuenta de resultados del ejercicio y la memoria.
Debido al importante retraso en el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 14 de la Ley Orgánica 8/2007, y el momento en el que se ha efectuado la presentación de las cuentas (en la fase de alegaciones), no ha sido posible llevar a cabo la fiscalización de las cuentas anuales presentadas, al no disponer de documentación justificativa ni registros contables auxiliares algunos, lo que impide emitir opinión sobre la representatividad de las mismas…”
Hace notar el Tribunal de Cuentas que tampoco se remitió el informe preceptivo al que hace mención el artículo 15 de la Ley Orgánica 8/2007 relativo a los resultados del sistema de control interno que la formación política debe tener establecido.
El retraso al que alude el Tribunal de Cuentas manifiesta, según el propio Tribunal, la falta de colaboración a la que se refiere el artículo 19 de la LO 8/2007 sobre financiación de los partidos políticos ymenoscaba la transparencia y publicidad de la actividad  económica desarrollada por el partido”. Asimismo indica el tribunal en el informe que nos ocupa que el contenido de la Memoria que tienen obligación de presentar los partidos políticos no recoge la información relativa al endeudamiento con las entidades de crédito en los términos que prevé la ley. Además, y en lo relativo a las donaciones privadas a la formación de Albert Rivera, indica el Tribunal que la información remitida no ha podido ser verificada por el retraso en la entrega de las cuentas.
¿Por qué hago referencia a las cuentas de 2008 y no a las de 2009? Porque, a pesar de que parezca increíble, las últimas cuentas que se han fiscalizado por parte del Tribunal de Cuentas han sido las de 2008.

A mí, con el mero retraso, en este caso nada desdeñable, en la entrega de las Cuentas Anuales por parte de aquellos que pretenden que les vote me basta para no darles ni un ápice de confianza. Es por eso que desconfío de la práctica totalidad de los partidos políticos. Pero es que además Albert Rivera y su innovador discurso tropiezan en la misma piedra que lo hacen todos, la falta de honestidad y de transparencia además del cinismo con el que se dirigen a los electores. Es cierto que puede que existan cientos de justificaciones para no haber entregado las cuentas anuales en plazo, pero resulta que Albert Rivera y su partido se jactan de publicar las cuentas anuales en su página web. Lo cierto es que después de mucho buscar, porque en Google no aparece ni por asomo, resulta que esta formación política llama cuentas anuales a cuatro páginas. Ahora bien, si uno se detiene en mirar atentamente advierte que hay únicamente dos hojas de contenido, éste no es otro que un balance que empieza con el epígrafe B (¡!) del activo, faltando el C y olvidándose de los epígrafes B y el C del pasivo. Realmente, si se han enviado así al Tribunal de Cuentas, comprendo las dificultades del éste a la hora de determinar la representatividad de los documentos remitidos por el partido de Albert Rivera.
Por su parte, ya que estamos metidos en harina, el PP tiene la desfachatez de hacernos creer que sus cuentas anuales se pueden resumir en una hoja. El PSOE e Izquierda Unida ni siquiera tienen una sola hoja a disposición del público (si alguien las encuentra rectificaré de inmediato). El único partido que publica su contabilidad con cierto detalle es UPyD. El problema de este partido, sin duda, no es el de la transparencia de sus cuentas.
Ahora bien, y para que quede claro, esto que los partidos políticos llaman cuentas anuales no lo son ni de lejos. Los libros contables que deben llevar los partidos políticos se detallan en el artículo 14 de la LO 8/2007, que es la ley sobre financiación de los partidos políticos, y lo primero que se exige es el inventario de todos los bienes. Ya pueden buscar que no lo encontraran en ninguna web de ningún partido. Asimismo en ningún caso encontrarán en ningún lado la relación de los elementos que permiten identificar a los donantes privados de los partidos y la cuantía de las donaciones que cada uno de ellos hace. Esa relación, no obstante, debe detallarse en la Memoria de las cuentas anuales tal y como exige el art. 14 de la LO. Mucho menos encontrarán en la web de algún partido el anexo que debe especificar las condiciones de los préstamos o créditos que éstos reciben y la entidad concedente de dichos préstamos. Algo que igualmente exige la ley. ¿Pueden dejar de publicar todo esto? Lamentablemente sí, puesto que la propia ley, tras reforma introducida en el tiempo de descuento por el gobierno de Zapatero, añadió un inciso en el que se establece la obligación de publicar parte (el balance y la cuenta de resultados y, en particular, la cuantía de los créditos que les han sido concedidos, el tipo de entidad concedente y las condonaciones de deuda correspondientes a tal ejercicio) y no la totalidad de las cuentas anuales. Aún así, insisto, parece que el único partido que cumple con lo que dispone la ley es UPyD.

Todo esto lleva a concluir que lo que se quiere presentar como un soplo de aire fresco en realidad adolece de cierto tufo que a todos nos es familiar y al que parece que estamos más que acostumbrados. El “nuevo” discurso con el que se presenta Albert Rivera no es más que el discurso de siempre: el discurso que los españoles creemos que queremos oír y que al final se quedará en nada. Y es que, si uno no hace lo que dice que hace no es digno de crédito alguno, y menos en política. Sin embargo en este país nos suele dar igual lo que hagan nuestros políticos mientras digan lo que queremos oír y aparenten hacer lo que dijeron que iban a hacer.
Albert Rivera está haciendo cosas que se merecen mi más sincera admiración pero eso nunca impedirá que exija lo que tengo que exigir. A los que nos apasiona la política siempre nos preocupa una cuestión, ésta no es otra que la financiación de los partidos políticos y lo que se puede conseguir a través de la misma. Que el mayor pero que se le pueda poner a Albert Rivera y a su formación sea precisamente éste es algo que resulta muy preocupante. Que el segundo pero que se le pueda poner, relacionado con el primero, tenga que ver con la falta de compromiso con la transparencia lo es aún más. Todos tienen algo que ocultar, así funcionan las cosas y así lo seguirán haciendo mientras los sigamos alentando con nuestra excitación nacida de la emoción y no de la reflexión.

Fuentes:
http://www.pp.es/conocenos/cuentas-anuales_24.html
http://www.ciudadanos-cs.org/imagen.do
http://www.upyd.es/contenidos/secciones/260/Cuentas_Anuales
– Informe de Fiscalización de los Estados Contables de los Partidos Políticos y de las Donaciones percibidas por las Fundaciones vinculadas orgánicamente de 2008 http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&ved=0CDgQFjAC&url=http%3A%2F%2Fwww.tcu.es%2Fuploads%2FI988.pdf&ei=GzpsUsLRDsjfswbks4HoCg&usg=AFQjCNGECRMAHMgUSZNfMrbpFLNKUlKSYA&bvm=bv.55123115,d.Yms

¿Regeneración?

A lo largo del último mes he advertido que hay una palabra que se repite con insistencia y que todos los días se puede leer, más de una y de dos veces, en los medios de comunicación. La palabra en cuestión es Regeneración. Podemos leer asimismo reconversión, refundación, hasta reconstitución he leído hoy.
Tengo algunos lectores que pensarán que me estoy refiriendo a UPyD, pero no es así. UPyD y su lideresa fueron unos de los que descollaron en primer lugar, y con una propuesta física, con el dichoso tema de la regeneración. Pero algunos antes, y otros después, se subieron y se han subido al carro y ahora vayas por donde vayas, bien un murmullo, bien un exabrupto lleva a tus oídos la palabra Regeneración.
¿Regeneración? ¿Refundación? Se habla de estos términos como si los que los pronuncian supieran que es lo que hay que hacer. “Tengo la fórmula para sacarnos del agujero, hay que regenerar la política”. Relacionado con todo esto también se habla de una segunda transición. Volvemos treinta años para atrás y muchos aplauden con las orejas. Algo que por otro lado puede parecer lógico habida cuenta del estado de putrefacción en que se encuentran muchas instituciones españolas. O al menos eso parece.

Uno vuelve la vista atrás y piensa que en España somos idiotas, no nos gusta la historia, o que simplemente queremos ignorarla. Y es que ese movimiento de regeneración, o refundación, o como quiera llamársele ya existió, con matices, pero lo hizo. Fue el regeneracionismo. En el S. XIX el regeneracionismo fue un movimiento intelectual. Ahora tiene todos los visos de ser un movimiento político.
Si uno lee un poco acerca del regeneracionismo concluye que las raíces del mismo son similares a las que motivan la regeneración que se promueve en la actualidad: Una reacción contra la descomposición del sistema. Uno de los autores más importantes del regeneracionismo fue el valenciano Joaquín Costa, que resumía los males nacionales en:

1. falta de patriotismo
2. desprecio de lo propio
3. ausencia de interés común
4. falta de concepto de independencia
5. menosprecio de la tradición.

¿Casualidad? Más de un siglo después España, después de una guerra civil y una dictadura de más de treinta años, los problemas son prácticamente los mismos.

Aquel movimiento intelectual que era el regeneracionismo defendía como solución la educación. Esto decían Costa y Mallada al respecto: “si las Universidades difundieran el saber en cada centro y clase social despertaría inquietudes”. Asimismo pedían carta blanca para la escuela, «para que creara una noble pasión por engrandecer la tierra donde uno ha nacido«. Algo así como la denostada españolización del ministro Wert. Y claro eso en el S. XXI no está bien porque ya no se adoctrina a los niños. Apenas.
En la actualidad encontramos multitud de voces. Todas tienen la solución a nuestros males: mayor democracia, listas abiertas, acabar con el bipartidismo, un estado federal… Eso sí, cuando llegan al poder, son incapaces de pactar una reforma educativa decente y que ponga en valor lo que es necesario para tener una sociedad formada y preparada.

Tratamos de compararnos con otras sociedades europeas, de importar aquello que es bueno para tener unas instituciones que funcionen mejor, pero nos olvidamos de importar lo importante. Las personas. ¿Imaginan a los hunos de Atila viviendo con las instituciones del Imperio Romano? Pues bajo mi punto de vista, y salvando las distancias, es algo que pasa con nuestro país.
La regeneración empieza desde las raíces, no desde las ramas, y por eso miro con distancia y desapego todas las iniciativas que anteponen la regeneración a los valores y a la educación. Tratan de imponer, y no creo que con maldad, una voluntad que no existe en el pueblo español. Y por mucho que se empeñen las cosas no cuajarán. No cuajarán porque no se puede dar de beber al que no tiene sed de cambio. Sin embargo, los españoles tienen sed de muchas otras cosas, el dato de audiencia del programa donde los famosos se tiran desde un trampolín es más que significativo. Y no digo que el español sea tonto porque ve ese programa, únicamente digo que tenemos sed de eso y no de cambio. Así pues parece que en España estamos más cerca de votar al próximo Beppe Grillo de Europa que otra cosa. El tiempo dirá.