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¿Hemos perdido el respeto?

El Papa Francisco declaró ayer que “No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás, no puede uno burlarse de eso”. Añadía que “hay un límite, toda religión tiene dignidad”.

Estas palabras en la sociedad occidental actual van a ser objeto de duras críticas, y más aún después de la encendida defensa que se viene haciendo de la libertad de expresión a raíz del atentado contra la revista Charlie Hebdo y sus trabajadores. Y sin duda van a serlo porque nuestra sociedad occidental hace mucho que perdió el respeto por las creencias de los demás y las burlas hacia esas creencias. No lo digCanonization_2014-_The_Canonization_of_Saint_John_XXIII_and_Saint_John_Paul_II_(14036966125)o por decir, yo lo he vivido desde muy pequeño.
El hecho de que mis amigos se rieran de mí por ir a misa los domingos o recurrieran a insultos que aludíana mi fe católica cuando éramos adolescentes puede entenderse como una chiquillada o cosas de críos. Pero también como una falta de respeto. Respeto que al final uno acaba ganándose porque demuestra que cualquier cosa que el digan sobre eso con ánimo de ofender no le afecta lo más mínimo y uno sigue haciendo lo que ha hecho siempre.
El Papa Francisco debería haber aludido a que eso es lo “natural” cuando ofenden a un cristiano apelando a su fe. Y es que hay que discernir en este punto. Ser católico no es ser gilipollas, y cuando a uno le mentan a su madre, a sus hijos o le provocan reiteradamente, como cualquier otro ser humano lo más “normal” es que reaccione de forma violenta. Sería hipócrita decir que por ser católico, o profesar una religión, sus integrantes tienen que tener la paciencia del Santo Job y permitir todo tipo de provocaciones sin reaccionar. Somos católicos y eso no implica ser santos. Lo que sí somos es respetuosos y comprensivos con aquellos que no creen como nosotros y si bien nos duele que alguien se meta con nosotros por creer en Dios, o por hacer chistes sobre la religión que profesamos no conozco a nadie que reaccionara de la manera en que puede llegar a reaccionar un islamista radical.

Los límites a la libertad de expresión provienen de la dignidad de las personas, eso está por encima de cualquier libertad, porque esa dignidad personal es la base fundamental de todas las libertades individuales. Esto es algo que se ha omitido de una manera bastante llamativa todos estos días y que es francamente preocupante. La libertad de expresión no puede amparar un ataque a la dignidad de las personas. Otra cosa es que hayamos perdido el respeto por las creencias que profesan esas personas y consideremos que bajo el halo de la sátira todo vale. Yo me pregunto si la sátira con ánimo de ofender y de provocar también vale. El hecho es que para algunos no todo vale y sus reacciones, como por desgracia hemos tenido ocasión de comprobar la semana pasada, pueden llegar hasta el punto de quitar la vida. Podemos pretender ignorar eso todo lo que queramos, pero por el hecho de cerrar los ojos no va a dejar de arder el árbol.

¿Debemos por tanto limitar nuestra libertad de expresión por sus amenazas? ROTUNDAMENTE NO, nunca. Eso supondría su victoria y nuestra derrota. No debemos callarnos, pero al mismo tiempo debemos ser conscientes de que hay muchas formas de decir las cosas, decirlas de una forma respetuosa y sin ridiculizar a los demás por sus creencias o su religión es un primer paso para llegar a entenderse. Si como dicen algunos estamos en guerra contra el terrorismo yihadista pero no contra el Islam y seguimos amparando lo que ellos consideran ofensas contra esa religión tenemos un grave problema.

Por último, hay un dato que debe tenerse en cuenta, muchos de estos terroristas son auténticos ignorantes en materia religiosa, en particular los nacidos en países occidentales. Por poner un ejemplo, los dos jóvenes británicos que fueron detenidos en 2013 por viajar a Siria con un grupo Yihadista llevaban en su equipaje dos libros: Islam for dummies y Koran for dummies. Estoy convencido que un musulmán no radical reacciona del mismo modo que yo reacciono frente a las burlas que los cómicos hacen a costa de nuestras creencias.
Bajo mi punto de vista, el respeto es uno de los escudos que Occidente debería emplear frente a la barbarie, así como también el de la firmeza frente a aquellos cuyas prácticas están muy alejadas de lo que entendemos por civilización. Pero si no nos respetamos a nosotros mismos, difícilmente podremos ser firmes frente a los demás.

Reflexiones a bocajarro (II)

De antemano pido disculpas si la lectura resulta algo caótica en cuanto a contenido, pero es lo que tienen la reflexiones a bocajarro…conecto las ideas tal y como me vienen a la cabeza… Espero que os guste.

Vivimos en un mundo extraño. Son innumerables los problemas que afectan a la humanidad, crisis económica en los países desarrollados, hambruna en el cuerno de África, terrorismo internacional, conflictos bélicos en numerosos países, vulneración de los derechos humanos en potencias económicas de primer orden…
Al mismo tiempo vivimos en un mundo tan frenético que los problemas que hace dos semanas estaban en primera plana de todos los periódicos hoy quedan como vagos recuerdos, de algo que pasó, que era importante, pero que ya no lo es, porque hay otra cosa que ocupa su lugar.

Muchos se preguntan cuál es la fórmula mágica que ponga fin a estos problemas, y todos, incluido yo (no me salvo por el hecho de escribir estas palabras) ignoramos que hace más de 2000 años un hombre nos dio esa fórmula mágica. Como bien sabéis ese hombre es Jesucristo. Y la fórmula es muy simple, “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
¿Por qué no aplicamos esa fórmula? No creo que tenga la capacidad para dar una respuesta definitiva a esa cuestión. Sin embargo, voy a aventurar algunas de las posibles causas, que en mi opinión impiden que ello sea así.

El ser humano es tremendamente egoísta, con esto no estoy descubriendo nada nuevo. No obstante, vivimos en un mundo tan materialista y frenético, como decía antes, que no podemos pararnos a pensar en el que tenemos al lado; un mundo donde primero estamos nosotros, luego nosotros y luego los nuestros, y si me sobra algo de tiempo, y tengo ganas, puedo hacer algún acto de buena voluntad. La sociedad consumista y capitalista que impone la realidad económica actual, es la que nos aliena de un modo tan brutal que ni siquiera nos damos cuenta de que es probable que después de nuestra vida terrenal exista un más allá.
Desde luego plantearse esta cuestión es de lo más incómodo, sobre todo si nuestros actos en la vida que conocemos condicionan la supuesta vida futura. Y más aún para que voy a pensar en algo que no sé si existe o no. Y todavía más, si no existe ningún argumento científico que asegure un más allá, lo tengo claro, el más allá no existe, es un invento de las religiones para que no pequemos, para limitar nuestra libertad, para impedirnos hacer lo que queramos.
Y es aquí donde el egoísmo alcanza el clímax, ¿para qué me voy a molestar en hacer algo que no me va a reportar ninguna utilidad? Algunos pueden contestar: “para sentirme bien conmigo mismo” e inconscientemente están dando una muestra más de su egoísmo, “sentirme bien conmigo mismo” estoy buscando mi utilidad.
Otros pueden contestar: “porque está bien ayudar a los demás”, pero ¿por qué está bien ayudar a los demás? El otro día me hacía la misma pregunta, y no me fue fácil darle respuesta, pero creo que di con una respuesta que se acerca al meollo de la cuestión: Porque lo necesitan. Nos necesitamos los unos a los otros para poder alcanzar nuestra plenitud, para realizarnos como personas, y este es precisamente uno de los mensajes que nos da Cristo (Mateo 25, 31-46).
¿Pensad por un momento si los 7000 millones de personas que somos en el planeta hicieran todo esto a la vez? Haced un esfuerzo y pensad que ocurriría. Yo sólo puedo imaginar un mundo sin guerras, sin hambre, sin injusticia, sin odio, sin maldad… Por favor, cerrad los ojos y considerar esa posibilidad, tan sólo tenéis que tomar 10 segundos de vuestro tiempo.
Supongo que algunos de los que lean esto pensarán que estoy como un cencerro, pero a ellos les digo, ¡no os quedéis ahí parados! Ponedlo en práctica, probad a hacerlo una sola vez, no os rajéis argumentando que eso no va a servir de nada, haciendo se hace y no haciendo no se hace.

Estas reflexiones de hoy vienen a cuento de la visita a España del Papa y de que yo soy católico, por tanto soy cristiano y creo en Dios. Sé que hay gente que cree en Dios pero no ven con buenos ojos a la Iglesia Católica, critican la pompa y el boato del Vaticano de sus actos y demás topicazos. Y otros simplemente creen que la religión es el opio del pueblo, que es un invento. Otros pueden profesar otras religiones, y en esto no voy a entrar porque no las conozco todas en profundidad, pero de algo estoy seguro, toda religión que tiene una historia milenaria tiene fundamentos sólidos, de lo contrario, al igual que otras muchas (mitología griega, romana, egipcia… y otras religiones que han desaparecido) ya habrían desaparecido.

No se puede negar legitimidad a una religión por los errores que sus miembros han cometido, porque la legitimidad no se encuentra en la religión, se encuentra en el mensaje que esa religión propaga. Y el mensaje que trae el Papa, y que predica la Iglesia, con sus errores, con sus deficiencias y con sus faltas es básicamente al que he aludido anteriormente. Un mensaje de Amor y de Respeto por el ser humano.

Nos empeñamos en destacar lo negativo de las cosas, en que esto se podría hacer de otra forma, en que “yo no lo hubiera hecho así” (vuelve el egocentrismo)… pero se da la paradoja de que mientras tú te estás quejando o discrepando, la Iglesia está haciendo las cosas lo mejor que puede, y no presume de ello, y sabemos que todo se puede mejorar, y comete errores, y existen actos por los que deben ser condenados, y lo están siendo. Todos somos seres humanos, incluidos los sacerdotes, incluido el Papa, y no se puede exigir la perfección absoluta a ningún ser humano; puede que a la hora de criticar debamos tener presentes todas estas cosas.
En el Facebook de muchos amigos estos días leía: PEGA ESTO EN TU MURO SI ESTAS DE ACUERDO CON QUE BENEDICTO XVI SE QUEDE EN CASITA Y SE ENVIEN A SOMALIA TODOS LOS MILLONES QUE CUESTA SU VISITA A ESPAÑA… CADA 6 MINUTOS MUERE UN NIÑO y yo me preguntaba cada vez que lo leía, ¿cuánto habrán mandado cada una de estas personas a Somalia para hacer tal pregunta? ¿Saben cuántos misioneros evitan que en esos 6 minutos no mueran más niños? ¿Sabrán la cantidad de dinero que la Iglesia y sus fieles enviamos todos los días a ayudar a los más necesitados?
Puede que el problema esté en que como la Iglesia, a lo largo de su historia, siempre lleva haciendo todas estas cosas no sepamos valorarlo en la actualidad. Es verdad que también ha hecho cosas horribles, lo sé, pero las dejó de hacer o lo está haciendo, ya sé que es fácil recurrir a la hemeroteca y hablar de casos de pederastia, de la Inquisición y demás atrocidades, algunas de las cuales se han hecho en nombre de Dios, pero esto no significa que Dios lo haya querido, no seáis tan ingenuos de pensar eso.

No pretendo cambiar la manera de pensar de nadie con estas reflexiones, al igual que la Iglesia no impone su doctrina al que no quiera seguirla, decir que la Iglesia o la religión coartan nuestra libertad es la mayor falacia que he se ha dicho nunca. Otra cosa distinta es que algunos quieran hacernos creer que la Iglesia nos impone un modo de vida. Como he dicho la Iglesia no impone, invita, cada uno es libre, para seguir su opción religiosa, o no, para buscar su Verdad, y para seguir su camino. Y yo creo que esta es la grandeza de la Iglesia Católica, que vive y deja vivir, siempre me hago la misma pregunta ¿Qué le importa a un ateo que la Iglesia diga que está en contra del aborto? ¿Qué le importa a un agnóstico que la Iglesia no recomiende la utilización del preservativo con la finalidad de que la sexualidad no se convierta en algo banal (esta es la intención señores)? ¡¡¡Si a ellos no va dirigido el mensaje!!!