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España rota

Escribo estas palabras con una profunda tristeza. Lo vivido en el día de hoy me lleva a concluir que el Estado de Derecho en España ha fracasado. La respuesta del gobierno y de los partidos de la oposición al desafío de los independentistas ha sido el diálogo. Sé que muchos piensan que el diálogo puede solucionar la situación actual. Sin embargo, eso es falso. No se debe, ni se puede, dialogar con quien sistemáticamente incumple la ley. La historia está granada de casos donde el desafío al Estado de Derecho acaba en injusticia. La Alemania Nazi es el ejemplo más significado de todos. Por otro lado, el diálogo que se ha mantenido entre los nacionalistas y el Estado español iniciado en 1978 nos ha traído al día de hoy. ¿Por qué? Porque no ha sido un diálogo leal y honesto, ha sido un diálogo interesado y perverso donde unos pretendían obtener los escaños suficientes para poder gobernar y otros cocinaban a fuego lento la salida de España.

Pero eso es historia. Lo ocurrido hoy deja tan sólo dos vías abiertas. Ninguna de ellas es el diálogo porque los independentistas se saben fuertes y están muy cerca de lograr su objetivo. España se ha roto y pronto esa fractura se consumará con la declaración unilateral de independencia que proclamará Puigdemont, Junqueras o los dos a la vez. Si no se hace nada esa circunstancia se producirá la semana próxima durante la huelga general que se ha convocado por parte de los sindicatos catalanes en connivencia con el gobierno de Cataluña. Las dos vías que esta situación plantea, por lo tanto, son:

  • Aplicación del art. 155 y declaración del Estado del estado de Alarma o de Excepción declarado en Consejo de Ministros.
  • Cataluña consuma la declaración de independencia.

Después de lo ocurrido hoy no cabe otra alternativa. La cuestión es que en la batalla de la imagen y la comunicación los independentistas han vapuleado al gobierno y por ende al Estado de Derecho. Me dicen desde Chile que si en España estamos haciendo un apartheid a los catalanes. Ni más ni menos. Lo cual hace que la primera opción sea harto complicada de acometer. Además, no se debe olvidar el papel jugado hoy por los Mossos de Esquadra.

No tengo ni idea de que ocurrirá, pero si de aquí al martes no se producen las detenciones de, y cito a Mariano Rajoy, “los culpables responsables de las ilegalidades ocurridas hoy en Cataluña” los episodios de violencia vividos hoy en Cataluña pueden quedar en nada si el Estado hace el uso del monopolio de la fuerza que por derecho le corresponde.

España se ha roto y la esperanza de muchos en que las cosas pueden volver a la normalidad está hecha añicos.

Como pollos descabezados.

Eso es lo que parecemos ahora mismo la gran mayoría de los españoles. Corremos sin un destino específico. Corremos y corremos sin detenernos ni un solo segundo. Nuestra carrera no es la de un atleta al uso, claro está. Más bien es la antítesis de la misma.
Nos encontramos sentados frente al televisor, el ordenador o incluso rodeados de un grupo de amigos tomando una cerveza y no paramos de correr. Corremos entre noticias, rumores, difamaciones, opiniones, decisiones judiciales, declaraciones oficiales… El goteo incesante de todas ellas nos complica mucho la tarea de detenernos a analizar toda la información que se nos arroja, abusivamente diría yo, a diario. Es tal la intensidad informativa que parece preferible correr cada vez más rápido y llegar al próximo acontecimiento que decante nuestra opinión en un sentido u otro. O más bien la confirme, ya que en multitud de casos tenemos una idea preconcebida.
¿Por qué corremos? ¿Somos incapaces de detenernos y ponernos de acuerdo para correr todos en una dirección que detenga toda esta vorágine? ¿No nos damos cuenta de que si seguimos corriendo no llegaremos a ningún sitio?
A veces parece que la dichosa sociedad de la información tiene como contrapartida la anulación de la iniciativa intelectual más allá de la esfera personal. Puedo contar con los dedos de una mano a la gente que conozco que es capaz de formarse una opinión propia sobre cualquier asunto de relativa trascendencia. Lo habitual es encontrarse o bien una reproducción de la opinión del tertuliano de turno, o, si el tema no ha salido en los medios masivos y adolece de cierta complejidad, un silencio sepulcral.

Esta semana está de moda poner a los políticos a caer de un burro. “Rajoy tiene que dimitir” y preguntes donde preguntes te dirán “sí, tiene que hacerlo”. Yo me pregunto “¿Y luego?” “¿Qué va a cambiar la dimisión de Rajoy?”. No habrá tiempo de preguntárselo porque para entonces nos bombardearán con el tema del sucesor, la sucesora, la oposición, el impacto de la decisión en la economía y demás asuntos que, lo que en realidad hacen, es esconder el problema de fondo que tenemos en España: Seguimos el dictado de los acontecimientos que otros programan o inician. Somos incapaces de correr en la misma dirección para acometer un verdadero cambio.
En esta tesitura de carreras frenéticas encontramos diversos grupos de personas-corredores, sin ánimo de ser exhaustivo me referiré, a bote pronto, a los siguientes:

– Algunos prefieren seguir el dictado de los dirigentes de turno, porque confían en ellos. O simplemente porque el dirigente de turno es el de su cuerda. “Prefiero al mío que a los otros”. Su iniciativa política suele ser nula. Afiliados, simpatizantes, militantes… el espíritu crítico, si alguna vez lo tuvieron, está silenciado por el aparato político de turno.
– Otros son partidarios de pasar por la guillotina a toda la clase política como si esa fuera la solución a los males de una sociedad que está enferma. Siempre lo he pensado: Los políticos son el reflejo de una sociedad. Si los políticos son malos es porque la sociedad permite que estén ahí. La excusa favorita de los partidarios de esta «solución» es que el sistema impide la llegada de gente nueva y distinta. Como si pasar por la guillotina a los que hay ahora fuera algo de lo más innovador.
– Similares al grupo anterior son los que integran el grupo de que la instauración de un nuevo orden democrático-anticapitalista será la panacea. III República, salida de la UE, o imitar el modelo cubano son sus preferencias. Normalmente no me detengo en explicar porqué esta alternativa me parece nefasta y hoy tampoco lo haré. A los hechos de la historia reciente me remito.
– Los neutrales. Esos a los que les importa poco ocho que ochenta. “¿Qué le vamos a hacer?” o similar es la respuesta que dan a cualquier cuestión que les plantees. En general está integrado por las generaciones más jóvenes. Sin duda alguna el grupo más maleable en momentos críticos. Producto de la LOGSE y posteriores desastres educativos han sido educados para que su capacidad intelectual no les permita ir más allá del mensaje más básico llegado el momento oportuno.
– Y por último, aquellos que tratan, como buenamente pueden y saben, de detener a todos los que corremos sin cabeza de un lado para otro, para orientarnos, y orientarse ellos mismos, en la dirección correcta. La principal virtud de los integrantes de este grupo es que ni ellos mismos saben que es lo más adecuado en un futuro inmediato, pero entienden que la mejor manera de determinarlo es pensándolo y decidiéndolo todos juntos, de una manera distinta a la que se supone que lo estamos haciendo en los últimos tiempos. Es el grupo de los que se han molestado en tratar de identificar los males que padece nuestra sociedad en general y nuestro sistema político en particular. Es el grupo de los que tienen la consciencia de que esto no se arregla pasando por la guillotina a toda la clase política, ni cambiando al presidente del gobierno, ni tampoco limitándonos a esperar a que venga alguien con una idea nueva. Nos dicen que las ideas nuevas tienen que partir de nosotros mismos y es nuestro comportamiento el que debe mostrar esa verdadera voluntad de transformar el conjunto de la sociedad. El cambio empieza por uno mismo, y eso implica implicarse, implica formar parte de algo que crezca con nuestras inquietudes, preocupaciones, aportaciones y con nuestro trabajo, no necesariamente remunerado. Dar forma a nuevas alternativas que no tienen por qué ser exclusivamente políticas.

Puede que algunos me digáis: “Yo no conozco a nadie del último grupo”. Lo cierto es que yo conozco a algunos, están ahí, pero no es fácil encontrarlos. La preocupante realidad es que tú no quieras formar parte de ese grupo y prefieras seguir corriendo como un pollo descabezado.

¿Qué hacen?

– Una deuda de casi el 100% del PIB (Cada español debe unos 14.500 €)
– A fecha de hoy nos financiamos a diez años con un interés superior al 7%.
– La prima de riesgo ronda los 600 puntos básicos.
– Un rescate al sistema financiero (Bancos y Cajas) de 100.000 millones de euros.
– Un déficit energético superior a 25.000 millones de euros. (Que no se suma al de 8,9% de déficit público que España tuvo el año pasado)
– Un Estado que cuesta casi el 50% del PIB.
– 47 aeropuertos de los cuales en 2009 sólo nueve fueron rentables, y sin contar el aeropuerto fantasma de Castellón.
– Trenes de Alta Velocidad con estaciones donde no sube ni baja nadie.
– 76 Universidades (entre públicas y privadas).
– 5.639.500 de parados según datos de la última EPA.
– 1.728.400 de hogares con todos sus miembros activos en paro.
– Un 52,1% de los jóvenes de menos de 25 años en el paro.
– …

Pocos datos positivos vamos a encontrar si no retrocedemos mucho en el tiempo. El gobierno sube los impuestos y recorta derechos sociales. También toca subvenciones a partidos, sindicatos y patronal, y prevé reducción del número de concejales, pero con menor celeridad e intensidad. Dice Rajoy que sólo se puede elegir entre malo y muy malo, pero parece olvidar que entre lo muy malo hay alguna opción que nos sacaría antes de la crisis.

Todas las fórmulas que en campaña electoral defendió para salir del agujero se han ido por éste. Montoro dice que las circunstancias le obligan a dejarlas en “la orilla del camino” para avanzar hacia Europa.
Llegados a este punto uno se plantea si Europa es el camino correcto tal y como se están desarrollando los acontecimientos. A mí lo que me gustaría saber es qué circunstancias han cambiado para que las medidas que defendía el Partido Popular hace siete meses hayan dejado de ser válidas, porque sinceramente, las cosas están, no igual, sino peor que hace siete meses.

Y esto nos enlaza con la falta de transparencia en el dichoso rescate y el carácter siniestro que adquiere el dichoso MoU que con toda probabilidad se firmará mañana por el Eurogrupo, un memorándum del que hemos tenido noticia de su contenido gracias a la prensa internacional, y a los documentos que se remitían a los “lawmakers” de otros países. ¿Por quién nos toman señores del gobierno? Que en Europa se hagan las cosas de aquella manera no les faculta para hacerla del mismo modo en España, aunque los españoles les hayan otorgado la mayoría absoluta.
Ayer la Vicepresidenta del gobierno se remitía a un Real-Decreto de 1992 para defender el recorte en materia de prestaciones por desempleo. En 1992 gobernaba el PSOE y lo hizo hasta 1996, deberían tener más cuidado con las cosas que están haciendo, porque si son las mismas o similares a las que se hicieron entonces ya sabemos el final de la historia. El problema es que ahora ya estamos peor que en 1992, de modo que podemos acabar en un agujero tan profundo que ni siquiera Europa podrá venir a sacarnos.

Resumiendo, si Europa no nos deja adoptar las medidas que se nos vendieron como las efectivas para salir de la crisis, ésas que decía Rajoy que había adoptado Aznar en 1996, habría que considerar en decirle a Europa: dejadnos solos, que nosotros podemos. Si es la losa de deuda la que no nos deja adoptarlas, entonces deberíamos pensar en dejar de endeudarnos. El problema es ¿Cómo pagamos toda la que debemos? ¿Qué tal si hacemos caso a economistas como Daniel Lacalle, Carlos Rodríguez Braun o Juan Ramón Rallo y cercenamos el gasto de verdad? ¿Cuánto podrían pasar los sectores subvencionados con la mitad de las subvenciones en este país? ¿Cuánto ahorraría dejar en el parking todos los coches oficiales? ¿Qué ahorro supondría reducir el número y el salario de diputados autonómicos y provinciales si no quieren suprimirlos del todo? Se nos prometió en periodo electoral que se haría lo mismo que en el año 96, Rajoy y Montoro presumían de que sabían lo que tenían que hacer para sacar a España del agujero, pero no lo estamos viendo. Puede que Rubalcaba tenga razón, o nos mintieron, o son unos incompetentes. Puede ser que las circunstancias les hayan sobrepasado. En todo caso creo que el cabreo que tenemos buena parte de los ciudadanos sería menor si no se les hubiera llenado la boca presumiendo de que tenían el remedio de los males de la economía española.

A la vista de los datos con que empezaba este post no parece que estemos lejos de ser intervenidos, las consecuencias serían demoledoras, “es algo que no se contempla” oía en una tertulia hace dos días. Al parecer lo que tampoco se contempla es que las medidas adoptadas vayan a sacarnos de donde estamos, sólo hay que ver el resultado de la última subasta del Tesoro donde la demanda no ha alcanzado la oferta de deuda. De modo que si algo tenemos claro es que estamos mal, y que a corto plazo vamos a seguir igual, ya veremos que pasa después.

Rubalcaba ¿títere de Felipe?

Algunos han calificado de tibia la actuación de Alfredo Pérez Rubalcaba ayer en el Congreso. Hoy he leído algunos titulares que se hacen eco de que el PSOE no quiere un hombre de estado y les hubiera gustado que el ataque a Rajoy hubiera sido más directo.
Hace una semana Felipe González, respondiendo a Ana Pastor en los desayunos de RTVE, decía que no era lo que más le preocupaba el PSOE y que lo capital en estos momentos era la situación de España y el cómo sacarla de la crisis. Que si el PSOE iba o no iba a acabar como el PASOK griego no era lo preocupante en este momento, y después hizo referencia a algunos partidos socialistas europeos que han sabido recuperarse de duros varapalos como el que se sufrió el PSOE en las últimas elecciones.

A estas alturas de la película no llama la atención que un eterno de la política española como Rubalcaba sea capaz de adaptarse a la situación que atraviesa España y se convierta en un cayado, si bien no firme, desde luego útil para Mariano Rajoy. Lo que sí es sorprendente es que dentro de las filas del propio PSOE se critique esa forma de hacer oposición.
Es sorprendente por dos razones. La primera es que fue precisamente esa la principal crítica que se dirigió al PP cuando estaba en la oposición, básicamente que la oposición que hacía era electoralista, y que no ayudaba al gobierno a salir de la crisis. Esto puede ser discutible, pero que el PP en la oposición no puso mucho de su parte para ayudar a un Zapatero que agonizaba es algo que no se puede negar.
Y en segundo lugar es sorprendente porque en lugar de explotar, de cara a unas elecciones que aún quedan muy lejos, esta novedosa postura que adopta un partido de oposición en nuestro país desecha esta opción y crítica a su líder.

Bajo mi punto de vista la razón es bien sencilla, Zapatero no sólo se cargó España, sino que también ha dinamitado el PSOE. Que el PSOE está escindido en dos bandos no es nada nuevo, el problema son las ideas que parecen separar las dos facciones del partido. Mientras que la facción de Rubalcaba parece optar por una vía más conservadora, la vía zapateril, ahora chaconista, parece abogar por imitar lo que el PP ha venido haciendo hasta hace poco en la oposición.
De modo que gracias a Zapatero parece que Felipe González, el mismo que nos dejó en unas condiciones similares a las que vivimos a día de hoy, parezca un dirigente excepcional. Y no por lo que hizo, sino más bien por lo que dice en el presente. Aunque me cueste reconocerlo parece que Felipe González se ha convertido en un estadista y considera necesario anteponer los intereses del país a los del partido. Algo que para un ciudadano como cualquiera de nosotros es de Perogrullo para un político no parece tan obvio. Sólo hay que recordar, como vengo haciendo, la forma en que ha hecho oposición el Partido Popular y como ahora parece que lo que hizo el gobierno del PSOE no era tan descabellado. O puede que si que lo fuera, es más muchos opinan que lo que está haciendo el PP también es descabellado ahora. ¿Por qué se hace entonces? Pues porque nos lo dice Bruselas es así de fácil. De modo que mientras que en 2010 se hizo sangre de aquellas medidas impuestas que se adoptaron por el gobierno socialista, ahora el PSOE, aparentemente, toma un camino menos agresivo.

Y aquí es donde yo me pregunto ¿esto lo hace Rubalcaba solito? ¿El exministro del interior cuando tuvo lugar el chivatazo del bar Faisán se ha convertido en un estadista? ¿El que dijo que no merecíamos un gobierno que nos mintiera ahora opta por hacer una oposición leal? Puede que no lo quede otra, más que nada porque él formaba parte del gobierno que nos ha endeudado hasta las cejas. Es precisamente esta deuda y sus intereses los que nos ahogan y no nos dejan salir de la crisis. Pero yo recuerdo aquello de “Hay que salir a la calle” lo decían en el PSOE hasta hace bien poco. Personalmente considero que si el PSOE quisiera hacer sangre podría hacerla, puede que con relativo éxito, pero las medidas que se adoptaron ayer ponen las cosas más que fáciles.
De modo que algo ha cambiado. Y de ahí el título de mi post, ¿Es Rubalcaba el títere de Felipe? ¿Ha aconsejado Míster X a Rubalcaba que se lo tome con calma que si no podemos acabar muy mal? O ¿es que el Espíritu Santo ha bajado del cielo y ha imbuido sensatez a un político por primera vez en la vida?

Y digo sensatez porque creo que, independientemente de que las medidas adoptadas sean o no acertadas, lo más sensato es que los dos principales partidos de este país estén unidos. Es como debemos estar también los españoles para salir de la crisis.
Ahora bien, considero que a los españoles antes o después, creo que antes, se nos acabará la paciencia si las cosas no cambian pronto, y no sólo me refiero a la economía, sino también al modo en que se hace política en este país. La cuestión es la siguiente, si la economía se recupera antes de que la situación política se agrave ésta última se olvidará pronto y seguramente nos quedaremos como estábamos. Si ocurre lo contrario puede que vislumbremos nuevas sendas que nos conduzcan a una sociedad más justa donde no sólo importe la subida del IVA, la bajada de los salarios etc. ¿Qué es lo preferible? Si fuéramos una sociedad verdaderamente madura no sería necesario la quiebra del país para darnos cuenta de que las cosas no se han estado haciendo del todo bien desde 1978 ¿Lo somos?