A continuación os dejo una serie de pensamientos que brotaban de mi cabeza el otro día y escribí sin pensar demasiado en su significado, es divertido escribir lo primero que te viene a la cabeza.
La vida es algo imprevisible, más que la vida, el destino de cada uno. Las vivencias personales que experimentamos a lo largo de nuestra vida nos revelan aspectos desconocidos de nosotros mismos, o que dábamos por sentados. Es la capacidad de tener la mente abierta y aprender de esas vivencias lo que nos hace crecer como personas.
Crecer es saber cambiar, saber evolucionar, no encerrarnos en una idea, no parapetarnos en una posición. Crecer es darse cuenta de que no todo va a ser como nosotros queremos que sea, que hay cosas, que aunque no queramos, son como son, y hemos de aprender a aceptarlas. No hablo de injusticias, o de cosas que sí que está en nuestra mano poder cambiar. Hablo de personas, de gente que es de una manera de ser que puede que no nos guste. El que algo no te guste no significa, necesariamente, que sea malo.
No sé si es el caso de otros, pero en el mío muchas veces pienso, o pensaba, que lo que yo pienso es lo correcto, es lo justo, y lo único que está bien. Afortunadamente he aprendido a escuchar, y fue escuchando como me empecé a dar cuenta de que no albergo la verdad absoluta, hay muchos puntos de vista, y algunos de ellos pueden ser igual de válidos que los míos.
¿Cómo podemos decantarnos por unos o por otros? En mi opinión la clave está en valorar la situación en cada caso, valorar la felicidad, el amor y lo bueno que hay en cada momento , si no hay nada de eso está claro que no vale la pena.
No hay verdades absolutas, no hay ideologías perfectas, ni sistemas perfectos. La perfección no existe. Siempre existe la posibilidad de mejorar cualquier cosa, Churchill decía “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.” Creo que es la frase más indicada para concluir con esta humilde reflexión. Cambiar a menudo, pero a mejor, o al menos con esa intención.