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¡Despierta España!

Está cantado, ahora más claro y alto que antes. España va a pedir el rescate. España será rescatada y vendrá una apisonadora llamada Troika a destrozar lo poco que queda por destrozar.

Siempre he sido algo romántico y ahora que veo tan cerca la boca del lobo, antes la veía cerca pero ahora ya puedo olerle el aliento a la bestia, me resisto a hacerme a la idea. Tengo la vana esperanza que alguno de los dirigentes que han sido elegidos por el pueblo español diga: “¡Esperad un momento! Las cosas no tienen porqué ser así.” Y el dirigente se arremangara de verdad, e hiciera arremangarse a todos esos que están ahí pero que parece que no saben ni porqué ni para que están y se pusieran a hacer la cosas bien de una santa vez. Que en lugar de minar la confianza de los españoles día a día consiguiera que poco a poco volviéramos a creer en nosotros mismos. Que dijera: ¡Despierta España, levanta la cabeza y cómete el puto mundo, si no alguien que tenga más hambre y más ganas que tú vendrá y se lo comerá y tu te morirás!” Es probable que la falta de ese instinto depredador es lo que nos ha sumido en esta crisis tan brutal, lo ignoro y ahora mismo no tengo ganas de planteármelo. Simplemente estoy escribiendo.

Escribo lo que me gustaría que ocurriera, pero soy perfectamente consciente de que no va a ocurrir, y que si ocurriera esa persona sería inmediatamente desacreditada por su pasado. Y es que en esta España del 2012 no hay un solo personaje público que esté inmaculado. Unos porque llevan en el poder más años que Matusalén, otros porque sus inicios están forjados en el partido de turno y están donde están porque han sabido hacer la pelota y comer el rabo mejor que el que estaba a su lado. Pocos están por sus méritos y los que están siempre quedan relegados a un segundo plano. Y cuando salen al primero plano los pelotas y chupópteros se encargan de desacreditarles, a través del servil medio de comunicación de turno, para medrar y ocupar su lugar. Así se ha degenerado nuestra casta política. Por si fuera poco los que se suponen que deben hacer oposición miran hacia otro lado y hacen la vista gorda, no vaya a ser que lo que le hagan al que está en el poder se lo hagan luego cuando ellos lo alcancen.

En definitiva no hay nadie en el panorama político actual que pueda llevar a cabo mi romántica idea, nadie nos dirá eso de “Despierta España”. Seremos rescatados y la Troika vendrá, arrasará con todo, cobrará lo que se le deba y no volverá a crecer la hierba durante muchos años. El panorama es desolador. Lo más triste de todo es que sabiendo el potencial que tiene este país cuando está unido, muchos prefieren seguir divididos, esperar que vengan otros que lo estropeen todo más, y entonces sacar ellos su tajada. Esos muchos son auténticos carroñeros, ignorantes de que, cuando eso que esperan, ocurra, ya no habrá ninguna tajada que sacar, y que tanto los que ansiamos una unión como los que la rechazan quedaremos unidos durante mucho tiempo. Unidos en la miseria.

Para no acabar de una manera tan dramática tan sólo quiero decir una cosa más. Somos capaces de mucho más de lo que creemos, el reto es ese, creérselo.

Transopacidad.

Transopacidad o Transpacidad es un nuevo término que he inventado y que juzgo válido para calificar la política del PP en sus primeros meses de gobierno, si bien cabe extenderlo a muchas de las cosas que vemos todos los días.

En primer lugar cabe hacer referencia al anteproyecto de ley de transparencia promovido por el gobierno, y es que tiene un borrón considerable, la Casa Real. No quiero hacer leña del árbol caído, en este caso tronchado porque aún aguanta en pie, pero los argumentos para que en la citada ley no quede comprendida la monarquía son pobres. Sin embargo creo que es conveniente hacer una breve reflexión sobre este tema, dirigida a todos aquellos que consideran más que suficientes los argumentos que se ofrecen para excluir a la Casa Real de la ley de transparencia.
Corre el año 2012, no el 1112, la humanidad ha alcanzado múltiples logros, fruto de sangre, guerras, y esfuerzo de muchos. Uno de ellos se proclama en la Carta Universal de los Derechos Humanos, la igualdad. Si alguien se cree en igualdad de condiciones que el Rey, el Príncipe o cualquier miembro de la Familia Real, sin pertenecer a la misma, que me cuente los días que veranea en Miravent o a cuántas olimpiadas ha ido a costa de los españoles.
Este hecho consigue que un hito tan importante como es regular la fiscalización de la Administración Pública por parte de los ciudadanos quede en un segundo plano y no se valore en su justa medida. Es una lástima.

El término Transopacidad (prefiero éste a transpacidad por una mera cuestión fonética) también es aplicable a la actuación del líder del PP y actual Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, proclama que las cosas se solucionan diciendo la verdad, en referencia al tremendo agujero que existe en nuestras entidades financieras, y el propio Mariano Rajoy remite la depuración de responsabilidades de los dirigentes de dichas entidades a una subcomisión a puerta cerrada del Congreso de los Diputados, creada por Zapatero en connivencia con el PP en la anterior legislatura (ya podemos imaginar todos porqué). En efecto decir la verdad es abogar por la transparencia, pero ocultar o tratar de minimizar la responsabilidad de aquéllos que con sus desmanes han agravado la situación que vivimos no es ser transparente, es ser opaco, como el hormigón.

Lo mismo podemos decir de lo que ha ocurrido con el Presidente del CGPJ, cuya comparecencia ante el Congreso de los Diputados ha sido rechazada por el Partido Popular. Con arreglo a la ley no puede decirse que el Juez Dívar haya cometido irregularidades, pero gracias a actuaciones como la suya hoy nos encontramos que los miembros que conforman el tercer poder del Estado de Derecho, el judicial, son los profesionales públicos peor valorados por los españoles. Esto es algo gravísimo.
Claro que, habida cuenta de actuaciones como las de nuestro Tribunal Constitucional que no sólo se demora años en dictar sus resoluciones, sino que cuando las dicta son puestas en entredicho por una gran parte de la sociedad española, y habida cuenta de la cantidad de información bajo secreto de sumario que se filtra a los medios de comunicación, entre otras barbaridades, no es de extrañar, para nada el dato que hoy se nos revela.

Transopacidad es tratar de solucionar la crisis a golpe de Decretos-Leyes con múltiples Disposiciones Adicionales con el objeto que los juristas conocemos y que la gran mayoría de los ciudadanos desconoce.

Transopacidad es decir que las Comunidades Autónomas están cumpliendo las previsiones de déficit, cuando previamente se les han anticipado ingresos y así disfrazar la realidad.

Por último transopacidad es decir que España no va a ser rescatada pero saber que lo más probable es que lo sea e inspirar en la ciudadanía una animadversión hacia aquello que desconoce o no conoce bien. Transopacidad es decirle a los medios de comunicación afines que dibujen a una España víctima de los mercados, de la prensa extranjera internacional y de la inclemencia de Merkel y de los alemanes.
Es querernos hacer creer que las medidas adoptadas han cercenado el gasto público de raíz.

El problema es que la mayoría de la sociedad ignora, o quiere creer lo que se nos dice. Unos creen lo que dice el gobierno, otros creen lo que dice la oposición y los menos sabemos que ni unos ni otros dicen la verdad, es más, sabemos que no quieren que se sepa.
Sabiendo esto manda huevos que los primeros presuman de transparencia y los otros, después de ocho años gobernando y habiendo contribuido a entretejer la tiniebla que nos rodea, ahora sí que apoyen comisiones de investigación, eso sí esperarán, no sabemos bien a qué, si a Chacón o al momento oportuno para dar el golpe de gracia al gobierno en un ejercicio de oposición responsable.

Orgulloso de ser español.

Hoy es el día que anteriormente se conocía oficialmente como Día de la Hispanidad. Antes de escribir este artículo desconocía la razón de por qué el 12 de octubre se denomina, todavía, el día de la Hispanidad. Desgraciadamente pertenezco a una generación a la que explicar la grandeza de España no está bien visto (mi familia y mi curiosidad innata han sido un buen contrapeso a las políticas educativas «democráticas»).
A pesar de ello, hasta hoy, los 12 de octubre que he visto el desfile militar por la televisión, he tenido el mismo sentimiento: Orgullo. No sé muy bien porqué, pero al ver esas imágenes, al escuchar el himno nacional, ver a los soldados desfilando y gritando al unísono: ¡VIVA ESPAÑA! Los pelos se me ponen como escarpias, y el hecho de ser español y que se celebre de esa manera la festividad nacional me conmueve.
Hoy, cuando vea en las noticias los momentos más intensos del desfile tendré la misma sensación; pero además, sabré exactamente a que se debe que cada 12 de octubre se celebre el día de la Hispanidad.

El 12 de octubre de 1492 tuvo lugar el descubrimiento de América. El antecedente inmediato del día de la Hispanidad se denominaba el día de la Raza, y tenía lugar también el 12 de octubre. En Argentina, y en otras muchas repúblicas iberoamericanas, bajo de la denominación de Fiesta Nacional, se celebraba, con la misma fecha, el hecho del descubrimiento de América.
La propuesta de sustituir el día de la Raza por el día de la Hispanidad fue realizada por el sacerdote español Zacarías de Vizarra, en 1926. Dicha propuesta que fue acogida por Ramiro de Maetzu, en un artículo publicado en la revista “Acción Española” un 15 de diciembre de 1931, que se inicia así: «’El 12 de octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad’». El 12 de octubre de 1935 se celebró en Madrid el día de la Hispanidad, y al respecto Ramiro de Maetzu escribió: “Con gran brillantez se ha celebrado este año el día de la Hispanidad. Toda España se ha sumado a su conmemoración. Y no solamente en España. En América, ni qué decir. En cuanto al extranjero, allí donde existe un núcleo de españoles se han reunido y han brindado por la raza española.”
Posteriormente el 12 de octubre alcanzó reconocimiento oficial por decreto de la Presidencia del Gobierno de 9 de enero de 1958 estableció: «Dada la enorme trascendencia que el 12 de Octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de Octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad.»
Actualmente la Ley 18/1987 ratifica el día 12 de octubre como festividad nacional de España, pero prescinde de la denominación del “Día de la Hispanidad”.

De este modo se explica, breve y concisamente, el origen del 12 de octubre como Fiesta Nacional. Hoy es precisamente ese día, y si bien en los momentos en que nos toca vivir es difícil encontrar motivos de alegría considero que en un día como hoy todos debemos estar alegres, y ¿por qué? Pues porque somos españoles.
Formamos parte de una de las naciones más importantes de la historia, a nuestros antepasados se debe, precisamente, que el 12 de octubre de 1492 se descubriera América. Pero no sólo eso. El pueblo hispano es un caso único en la historia. Sin tener conciencia de nación, tras ser invadidos en el S. VII d. C. por los musulmanes, los pueblos hispanos reconquistaron la península Ibérica, se unificaron bajo el mandato de los Reyes Católicos y se cimentó a lo largo y ancho del mundo el Imperio Español. Con Felipe II alcanzó su zenit, nuestro Imperio era temido y atacado por todos, y en él nunca se ponía en sol.

Hijos del pueblo español son grandes personajes de la Historia, tanto de la literatura:Alfonso X el Sabio, Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Garcilaso de la Vega, Gaspar Melchor de Jovellanos, Ausias March, Luis Vives…
Como de la pintura: El Greco, Velázquez, Goya, Sorolla, Picasso, Juan Gris, Salvador Dalí, Joan Miró…
Como en el mundo de la ciencia, eminencias en sus respectivos campos, fueron: Miguel Servet, Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Gergorio Marañón, Isaac Peral, Narciso Monturiol (inventor del primer submarino), Juan de la Cierva…
Y también los hay contemporáneos, Miguel de Unamuno, Blasco Ibáñez, Pío Baroja, Ortega y Gasset, Camilo José Cela (premio Nobel de literatura), Rafael Alberti, los hermanos Machado, García Lorca, el propio Ramiro de Maetzu, Enrique Jardiel Poncela, Dámaso Alonso…
Seguramente me habré dejado muchos más personajes insignes e ilustres en el tintero pero escribo de memoria…

Muchos estarán pensando, que entonces sí había motivos para estar orgullosos de ser español, y yo les digo, que ahora también. No sólo tenemos motivos para estar orgullosos de nuestra historia, tan denostada por algunos oportunistas a día de hoy. También tenemos motivos para estar orgullosos de nuestro presente, si bien, puede ser que en menor medida, pero hoy no quiero centrarme en lo negativo, para eso tengo el resto de los días del año.
Ya no somos tan grandes ni tan poderosos como antaño, pero se habla del español allí donde va. Seguimos teniendo eco a nivel internacional, gracias principalmente a nuestros deportistas, caracterizados por lo que se denomina: “Furia española”. Somos campeones del mundo y de Europa con la selección española; llevamos cuatro copas Davis en los últimos nueve años, por no contar el número de torneos individuales que han ganado nuestros tenistas en los últimos 20 años, principalmente Rafael Nadal. También somos un referente en el mundo del Baloncesto, campeones del Mundo en 2006 y de Europa en 2009 y 2011, sin olvidar la plata de los JJ.OO. de Pekín. Fórmula 1, motociclismo, balonmano… y diversas disciplinas deportivas donde los españoles nunca perdemos protagonismo.
Somos el país con el mayor número de donantes de órganos, dato para nada despreciable. Nuestras Fuerzas Armadas, que tienen un protagonismo especial en el día de hoy, se encuentran en numerosos puntos del planeta dejando el listón bien alto y prestando sus servicios a todos aquéllos que lo necesitan; servicios en los que algunos españoles se dejan la vida, y es por ello que hoy, también, se les rinde homenaje. Mi más profunda admiración por todos ellos.

Somos un pueblo luchador y trabajador, bravo, animoso y de buena voluntad. Sin embargo como decía Fernando de Aragón somos una nación “desordenada, de modo que sólo puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida y en orden”.
Por desgracia en los últimos años nuestros gobernantes no han sabido mantenernos ni unidos ni en orden. Puede que por ello los motivos para estar orgullosos de ser español debamos buscarlos en un pasado algo más remoto, mientras que nuestro presente y futuro inmediato sea motivo de vergüenza y apuro.
Es por ello, que en estos momentos es cuando debemos sacar la cabeza y gritar ¡VIVA ESPAÑA! No la España de los 5 millones de parados, ni la España dividida, ni tampoco la España ruinosa del S. XIX y principios del S. XX. Sabemos crecer como nación, sabemos crecer como pueblo y sabemos brillar y ser admirados por el resto del mundo. Hagamos caso omiso de aquellos que pretenden dividirnos, y avancemos unidos, no sólo por nosotros y por los nuestros, también por España, que a fin de cuentas es nuestra Patria.