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¿Una obviedad desapercibida?

Comenzaré advirtiendo que cualquier parecido de esta pequeña fábula con la realidad es mera coincidencia (nótese el tono irónico del encabezamiento).Obviedad

La crisis financiera supuso un nuevo escenario en la vida de la sociedad de un país que no mencionaré expresamente. En ese país un grupúsculo formado por profesores universitarios, con mucho predicamento en un país latinoamericano, planteó sobre el papel una estrategia para alcanzar el poder. El susodicho papel circuló entre los altos mandatarios del gobierno latinoamericano y éstos le dieron credibilidad puesto que el shock que había supuesto la reciente crisis económica generaba un escenario propicio para poner en marcha la estrategia planteada.
Se iniciaron conversaciones entre destacados miembros del gobierno del país latinoamericano y los profesores universitarios de la nación que no mencionaré. En un principio se optó por comenzar con acciones de perfil bajo: un programa de televisión en un canal sin apenas audiencia, el encargo de trabajos altamente remunerados para ir dotando de músculo financiero al incipiente movimiento y cosas por el estilo.
Algo que en principio tuvo pocos visos de éxito, habida cuenta del discurso radical que los profesores universitarios empleaban en sus espacios e intervenciones, sufrió un giro inesperado: Los grandes medios de comunicación del país en cuestión vieron un filón para ganar cuota de share dando espacio a los radicales en prime-time. El discurso era radical pero muy bien estudiado y elaborado, dirigido a impactar de forma brutal en las emociones de un telespectador profundamente descontento con la deriva de los acontecimientos nacionales y con sus representantes políticos. Un discurso que hundía sus raíces en un movimiento social que años antes había causado un tremendo impacto global y que fue calando poco a poco, primero en las redes sociales y posteriormente en las diferentes capas de la sociedad.
En el curso de tales acontecimientos se orquestaron nuevas vías de financiación para el movimiento liderado por los profesores universitarios: becas, contratos de asesoramiento, donaciones de origen desconocido… Conformándose así una nueva formación que concurrió a las elecciones europeas cosechando un resultado totalmente inesperado y que además supuso una nueva vía de financiación. Envalentonada, la nueva formación, entonó un discurso más ambicioso aún. Proclamaron que iban a ganar las elecciones generales, defendieron que iban a ir a por la victoria y que iban a lograr el cambio, nada más alejado de la realidad. Sus verdaderas intenciones iban dirigidas a hacerse un hueco en el Parlamento nacional y a ser un elemento nuevo, pero no distinto, en el escenario político.
Resulta difícil de creer que buena parte de los hechos que aquí se relatan fueran descubiertos a lo largo del año de las elecciones generales. Incluso se produjeron sonados escándalos relacionados con algunos de sus dirigentes que contrastaban claramente con el mensaje que ellos mismos habían lanzado sobre el fraude fiscal. Sin embargo, la estrategia que se puso en marcha allende los mares tuvo éxito. Una parte significativa del electorado había quedado cautiva de las emociones suscitadas por el discurso de la nueva formación política. Dio igual que el origen de la financiación de los nuevos líderes estuviera en regímenes pseudo-dictatoriales o contrarios a las libertades consagradas en Occidente; dio igual que dichos líderes mintieran abiertamente a la sociedad y mucho menos que su experiencia en la gestión de asuntos públicos fuera nula. Habían logrado en tiempo récord lo que las dos formaciones tradicionales del país que nos ocupa habían tardado décadas en conseguir: Lograr el voto a base de engañar al electorado. No es de extrañar que los nuevos líderes lo consiguieran en tan poco tiempo, a fin de cuentas llevaban toda su vida estudiando y enseñando en la universidad eso que llaman “ciencias políticas”. Un éxito arrollador que dice mucho de hasta dónde es capaz de manipular y de ser manipulado el ser humano.

El reto de los regeneracionistas del S.XXI

Después de escuchar el primer discurso de SM el Rey Felipe VI puede decirse sin ningún tipo de dudas que es un firme defensor de la regeneraciónde nuestra vida colectiva” y de “nuestra vida política”. Es cierto que refirió otros temas de interés, pero en este artículo me gustaría centrarme en este aspecto.

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El regeneracionismo en España fue un movimiento intelectual de finales del S. XIX y que desapareció con el estallido de la Guerra Civil. Tuvo diversos protagonistas, la mayoría olvidados por la sociedad actual e incluso por la propia sociedad de su tiempo. El hecho de que un movimiento liderado por intelectuales no tuviera la capacidad de trascender más allá de un círculo reducido de personas y que sus esfuerzos por regenerar España tuvieran un efecto nulo en aquella España es algo que no debería olvidarse cuando se habla de “Regeneración” en los tiempos que corren.

No ha sido el Rey Felipe el primero en plantear que es necesaria una regeneración en nuestro país. Existen otros que vienen reclamando desde hace algún tiempo eso mismo. No obstante, estos mensajes deben lanzarse teniendo presente que el mensajero tiene un papel crucial a la hora de hacer creíble el mensaje que se traslada. Difícilmente un parado de menos de 30 años o alguien que no puede pagar su hipoteca prestará sus oídos a un mensaje de regeneración democrática que provenga de un diputado que lleva más de tres legislaturas en su escaño, de un Notario, de un banquero o del Rey. A pesar de todo, la Corona puede resultar más creíble gracias a una frase que nuestro monarca dejó para el final “Y ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles”.

Ése es precisamente el reto de los regeneracionistas, ser capaces de ponerse al “servicio de”. Ponerse al servicio de los españoles conlleva un fenómeno que ha dado un protagonismo desmesurado a los fumigadores de libertad que aspiran al poder. Conlleva ser transversal, llegar a todos y tratar de solucionar sus problemas explicándoles las cosas. ¿Serán capaces los regeneracionistas del S. XXI de tal cosa o más bien se quedarán en lo que quedaron sus antecesores? “Hay que ser optimistas” me dijo Luis Garicano cuando le planteé esa posibilidad. No puedo estar más en desacuerdo. Hay que ser ambiciosos, no optimistas, tener la ambición por servir más y mejor que nadie para que renazca de nuevo la esperanza de la sociedad española. Seamos ambiciosos pues.

No os debemos nada.

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Entre estas dos imágenes apenas han pasado 16 años. La foto de la izquierda es la reacción que generó el secuestro de Miguel Ángel Blanco. La de la derecha es la reacción a la negativa del gobierno a conceder algo que se exigía para no matar a Miguel Ángel Blanco: La liberación y el acercamiento de los presos a las cárceles del País Vasco.
La lucha contra la banda terrorista ETA en este país ha estado marcada por multitud de acontecimientos y declaraciones que a muchos españoles nos han hecho dudar de lo que realmente acontecía entre los protagonistas de esa lucha, que no han sido dos, sino tres o más. De un lado la banda terrorista, de otro el gobierno español y en tercer lugar el gobierno vasco.
Frases como: “Si esos no mueven el árbol nosotros no recogemos los frutos” se llegaron a escuchar en democracia y la sociedad vasca seguía votando a los que las decían. He recogido muchos testimonios de vascos y cuesta entender esa mentalidad. Pero es la que hay y con el tiempo llegó a cambiar. Un hecho fue determinante para ello. El secuestro de Miguel Ángel Blanco y su posterior asesinato marcó un antes y un después en la sociedad vasca. Finalmente ésta despertó del todo y salió a la calle a decir aquello de: BASTA YA.

Apenas dieciséis años después y sin que las armas y las bombas hayan cambiado de mano, parece que los que gritan BASTA YA son aquellos que las empuñaron. ¿Estamos locos o qué? ¿Pero qué demonios nos pasa? Se me pone mal cuerpo pensando que ayer toda la gente que salió a la calle en Bilbao salió porque piensa que está defendiendo una causa legítima. ¿Qué legitimidad le queda al asesino que le pegó un tiro en la nuca a un inocente? ¿Qué legitimidad le queda a aquél que financió a la banda terrorista? ¿Y al que ayudó a confeccionar la lista de objetivos? ¿Qué legitimidad tenéis mal nacidos? NINGUNA. Tenéis los derechos que establece la ley pero legitimidad ninguna. Y esos derechos no son mayores o menores en función de cómo actuéis con el resto de la sociedad. Que hayáis dejado de matar no significa que os tengamos que dejar de perseguir o de señalar. Mientras los delitos no prescriban vosotros debéis ser perseguidos y encarcelados. Estaréis marcados para siempre con el estigma del asesinato por muchos años de cárcel que cumpláis pues no sois otra cosa que unos miserables asesinos. Ni siquiera os dignáis a pedir perdón a los familiares de aquellos que asesinasteis. Pero ¿Qué os creéis? ¿Que porque hayáis dicho que ya no vais a matar más os debemos algo? ¿Que os tenemos miedo? No sé otros, pero yo no.

Españoles, que no os engañen, lo que se defendía ayer en Bilbao no es distinto de lo que ponía como condición la banda terrorista ETA hace 16 años para liberar a Miguel Ángel Blanco. No es más que otro burdo chantaje a la sociedad española disfrazado de legitimidad democrática. No hay legitimidad democrática en aquellos que han empleado el terrorismo, el asesinato y la extorsión durante años ni tampoco en los que han amparado todo ello. Puede que algunos se la concedan, puede que algunos hayan hecho esa concesión en pos de un puñado de votos, pero los que hemos vivido en España hechos atroces durante tantos años, y yo sólo tengo treinta, sólo podemos estremecernos ante manifestaciones como la de ayer.
Quieren contar las cosas de un modo distinto al que ocurrieron. Quieren contar la versión de los hechos aquellos que causaban terror y miedo. No les dejes. Tú y yo la hemos vivido. No permitas que el miedo vuelva a sellar tus labios.

¿Regeneración?

A lo largo del último mes he advertido que hay una palabra que se repite con insistencia y que todos los días se puede leer, más de una y de dos veces, en los medios de comunicación. La palabra en cuestión es Regeneración. Podemos leer asimismo reconversión, refundación, hasta reconstitución he leído hoy.
Tengo algunos lectores que pensarán que me estoy refiriendo a UPyD, pero no es así. UPyD y su lideresa fueron unos de los que descollaron en primer lugar, y con una propuesta física, con el dichoso tema de la regeneración. Pero algunos antes, y otros después, se subieron y se han subido al carro y ahora vayas por donde vayas, bien un murmullo, bien un exabrupto lleva a tus oídos la palabra Regeneración.
¿Regeneración? ¿Refundación? Se habla de estos términos como si los que los pronuncian supieran que es lo que hay que hacer. “Tengo la fórmula para sacarnos del agujero, hay que regenerar la política”. Relacionado con todo esto también se habla de una segunda transición. Volvemos treinta años para atrás y muchos aplauden con las orejas. Algo que por otro lado puede parecer lógico habida cuenta del estado de putrefacción en que se encuentran muchas instituciones españolas. O al menos eso parece.

Uno vuelve la vista atrás y piensa que en España somos idiotas, no nos gusta la historia, o que simplemente queremos ignorarla. Y es que ese movimiento de regeneración, o refundación, o como quiera llamársele ya existió, con matices, pero lo hizo. Fue el regeneracionismo. En el S. XIX el regeneracionismo fue un movimiento intelectual. Ahora tiene todos los visos de ser un movimiento político.
Si uno lee un poco acerca del regeneracionismo concluye que las raíces del mismo son similares a las que motivan la regeneración que se promueve en la actualidad: Una reacción contra la descomposición del sistema. Uno de los autores más importantes del regeneracionismo fue el valenciano Joaquín Costa, que resumía los males nacionales en:

1. falta de patriotismo
2. desprecio de lo propio
3. ausencia de interés común
4. falta de concepto de independencia
5. menosprecio de la tradición.

¿Casualidad? Más de un siglo después España, después de una guerra civil y una dictadura de más de treinta años, los problemas son prácticamente los mismos.

Aquel movimiento intelectual que era el regeneracionismo defendía como solución la educación. Esto decían Costa y Mallada al respecto: “si las Universidades difundieran el saber en cada centro y clase social despertaría inquietudes”. Asimismo pedían carta blanca para la escuela, «para que creara una noble pasión por engrandecer la tierra donde uno ha nacido«. Algo así como la denostada españolización del ministro Wert. Y claro eso en el S. XXI no está bien porque ya no se adoctrina a los niños. Apenas.
En la actualidad encontramos multitud de voces. Todas tienen la solución a nuestros males: mayor democracia, listas abiertas, acabar con el bipartidismo, un estado federal… Eso sí, cuando llegan al poder, son incapaces de pactar una reforma educativa decente y que ponga en valor lo que es necesario para tener una sociedad formada y preparada.

Tratamos de compararnos con otras sociedades europeas, de importar aquello que es bueno para tener unas instituciones que funcionen mejor, pero nos olvidamos de importar lo importante. Las personas. ¿Imaginan a los hunos de Atila viviendo con las instituciones del Imperio Romano? Pues bajo mi punto de vista, y salvando las distancias, es algo que pasa con nuestro país.
La regeneración empieza desde las raíces, no desde las ramas, y por eso miro con distancia y desapego todas las iniciativas que anteponen la regeneración a los valores y a la educación. Tratan de imponer, y no creo que con maldad, una voluntad que no existe en el pueblo español. Y por mucho que se empeñen las cosas no cuajarán. No cuajarán porque no se puede dar de beber al que no tiene sed de cambio. Sin embargo, los españoles tienen sed de muchas otras cosas, el dato de audiencia del programa donde los famosos se tiran desde un trampolín es más que significativo. Y no digo que el español sea tonto porque ve ese programa, únicamente digo que tenemos sed de eso y no de cambio. Así pues parece que en España estamos más cerca de votar al próximo Beppe Grillo de Europa que otra cosa. El tiempo dirá.