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Draghi saca la artillería, el bazooka y el fusil

Ayer el Presidente del Banco Central Europeo, Súper Mario, anunció la bajada de tipos de interés del dinero, de nuevo. Encontrarán estupendos artículos explicando esas medidas. En este post yo me centraré en algo menos técnico. Y es que va siendo hora de darse cuenta de que eso que al comienzo de la crisis era una medida extraordinaria y que tenía por objeto paliar los efectos del estallido de la burbuja en la maltrecha economía europea, ya no puede seguir considerándose, de ningún modo, «medidas extraordinarias».Draghi,_Mario_(IMF_2009)

«Es necesario que fluya el crédito» llevamos escuchando desde tiempos inmemoriales. Esa obsesión por el crédito que existe después de la brutal crisis inmobiliaria que ha atravesado el mundo entero y que a día de hoy aún se replica en otros países, se me antoja un tanto absurda. ¿Para quién es necesario que fluya el crédito? Las familias han reducido su endeudamiento a niveles de 2006, y habida cuenta de la situación nada hace pensar que van a ir al banco a pedir más dinero prestado.
Parece ser que es necesario que el crédito fluya para las PYMES pero ¿Hasta que punto eso es cierto? Como dice Daniel Lacalle «no se sale de una crisis de deuda con más deuda» y pedir un crédito, aunque parece que muchos lo olvidan, es endeudarse.

Los efectos que las medidas no convencionales que ha adoptado el BCE, la FED y el BOJ han sido pírricos en relación a la economía doméstica y de las PYMES,mientras que las bolsas se han disparado de manera que los beneficios que se obtienen de ésta están en cotas récord. Si el crédito ha de fluir parece que inundar de liquidez el sistema está logrando el efecto opuesto. También conviene hacer la siguiente reflexión: Si el dinero prestado no es del prestatario ¿Qué sentido tiene tanta liquidez monetaria para que haya acceso al crédito? ¿No sería más sensato que en lugar de bajar los salarios para hacerlos competitivos se dejara de inundar de liquidez el sistema y que este se saneara de una vez por todas?

¿Saben lo más curioso de todo? Que pese a que esos efectos son percibidos por los mercados, las corporaciones y los gobiernos, muchos ciudadanos creen que seguir adoptando medidas de política monetaria cambiará la situación. Ignoro si ello es así porque la principal voz contraria a la adopción de este tipo de medidas es la de Alemania, si es así porque la izquierda defiende estas políticas como la mejor solución (pese a los efectos que generan) o por ambas.

Hagan memoria y verán como Draghi ha sacado el fusil, el bazooka, la artillería y los helicópteros. El resultado es que su dinero vale menos y que las bolsas de valores están disparadas hacia cifras récord. Benditas medidas socialdemócratas ¿No creen?

China y el mundo. La espiral de crédito y deuda.

La semana pasada se publicaron los índices manufactureros de la mayoría de los países. Los primeros en publicarse, por cuestión horaria, fueron los de los países asiáticos y si bien el índice nipón era positivo el índice chino no lo era tanto. El índice chino caía a su mínimo en tres meses, aunque seguía por encima de los 50 puntos (este índice es positivo siempre y cuando se sitúe por encima de los cincuenta puntos y negativo cuando se sitúa por debajo de dichos cincuenta puntos).

Esta ralentización hace temer a muchos analistas un episodio similar al que tuvo lugar en el primer trimestre de 2013 donde la economía china mostró síntomas de desaceleración preocupantes. La solución entonces fue, como en todos los eneros desde el 2008, la concesión de créditos por parte de los bancos.

China-aggregate-financing_loans-nov-2012

Ya me llamó la atención este hecho en febrero de 2013 cuando leía a Marc Garrigasait en su post (de donde he extraído el gráfico anterior) “En China alguien ha vuelto a apretar el botón”. ¿Las consecuencias de esto? Algo que un artículo del Financial Times llama “China’s credit spiral” donde se cita a Patrick Chovanec el cual proporciona detalles sobre ese “desastre de deuda” que existe en China. Para hacernos una idea, éste viene a indicar que desde que comenzó la crisis financiera global la deuda total de China ha aumentado de un 125% sobre PIB en 2008 a un 215% en 2012, ello teniendo en cuenta de que esta deuda no incluye la deuda de las empresas estatales chinas, que son casi todas las grandes. Por su parte el crédito prestado ha pasado de 9 trillones de dólares americanos a 24 trillones en ese mismo período de tiempo. Esa diferencia de 15 trillones de dólares es el tamaño de todo el sector comercial bancario estadounidense.

Como comenta Daniel Lacalle lo de China es el Plan E español pero con esteroides. Lo mejor de todo es que el asunto no se queda sólo ahí. Además ocurre que más de la mitad de los préstamos que conceden los bancos chinos son concedidos al principio del año y deben pagarse al final del año, son préstamos anuales. Para que los préstamos vuelvan a ser concedidos los prestatarios deben estar al día en sus pagos. La cuestión es que muy pocos son capaces de devolver el dinero sin recurrir a nuevos préstamos. De hecho, en casi todos los sectores de la economía china las corporaciones necesitan de nuevos préstamos para afrontar los antiguos. Se calcula que sólo un 30% de los prestatarios son capaces de hacer frente a sus deudas sin recurrir a nuevos préstamos.

Continúa diciendo el FT que la situación sería menos dramática si los bancos chinos contaran con un colchón de depósitos pero que esto no parece ser lo que ocurre en la realidad.

Sin embargo, la pregunta que probablemente se hagan todos es ¿Cómo es que aún no ha saltado todo eso por los aires? Según Soros China podrá aguantar el tenderete dos años más, algo que de acuerdo con la evolución que se ha dado podríamos estar hablando de que la deuda total de China sobre PIB en 2016 sería de un 251% sobre PIB (sin contar con las empresas estatales) y que la espiral de crédito ascendería a un total de 30 trillones de dólares americanos.

Estamos hablando de la segunda economía del planeta y de un planeta que está luchando por salir de una de las mayores crisis que se han conocido donde China ha sido una excepción a lo que estaba ocurriendo en el resto del mundo. Sin embargo, a juzgar por los datos señalados más que una excepción China parece haber sido la última en llegar a la fiesta y se ha pasado de frenada a la hora de intentar alcanzar al resto. No obstante, y habida cuenta de que la deuda pública de China es de un 26,11% del PIB (con esto se pueden hacer una idea del carajal del que estamos hablando, aunque hablar de deuda privada en China es más que cuestionable) es más que probable que el tesoro Chino se ponga a emitir deuda pública. Hay que tener en cuenta que la emisión de bonos en China es excepcional ya que sólo determinadas ciudades (entre ellas Shanghái) y provincias pueden emitir deuda pública. De hecho el pasado mes de agosto se emitieron bonos, por parte de seis gobiernos de ciudades, provincias y regiones del país, por un montante total de 2.923 millones de euros, a cinco años y con un interés del 3,87%. ¿Dejará esto de ser una excepción? No lo sé, pero lo cierto es que no parece que la deuda pública China sea muy atractiva en los mercados financieros. En octubre de 2013 los inversores manifestaron su preocupación y advirtieron del aumento del riesgo de dichos bonos.

Y todo esto en un entorno donde mires por donde mires hay deuda. Cantidades enormes de deuda pagaderas en 1, 3, 5, 10, 20, 30 o incluso 40 años.  Hipotecamos nuestro futuro para vivir en un presente asfixiante. La mayoría de los países más representativos, económicamente hablando, de la OCDE, salvo notorias excepciones, presentaban porcentajes de deuda pública sobre PIB considerables a fecha de 2012:

 

 Países                Deuda total  (en millones de €)                      Porcentaje sobre PIB

Canadá 1.207.784 85,29%
EE.UU. 12.975.068 102,73%
Reino Unido 1.700538 88,70%
España 884.653 86,00%
Alemania 2.160.193 81,00%
Francia 1.833.810 90,20%
Italia 1.989.432 127,00%
Portugal 204.844 124,10%
Holanda 427.106 71,30%
Japón 9.759.637 230,31%
Bélgica 375.117 99,80%
Austria 227.173 74,00%
Grecia 303.928 156,90%
Irlanda 192.458 117,40%
Islandia 9.693 96,40%
Hungría 76.611 79,80%
República Checa 70.590 46,20%
Suiza 202.381 48,91%
Finlandia 103.145 53,60%
Australia 333.973 27,86%
Eslovenia 19.204 54,40%
Dinamarca 110.980 45,40%
Chile 24.799 11,89%
Corea del Sur 307.212 34,98%
Luxemburgo 9.313 21,70%
México 398.281 43,51%
Nueva Zelanda 49.878 37,77%
Polonia 55,60% 55,60%
Suecia 158.00 38,20%
Eslovaquia 37.245 52,40%
Estonia 1.712 9,80%
Turquía 221.771 36,18%
Israel 136.531 68,84%
Noruega 116.083 28,80%

 

En la mayoría de ellos la deuda pública se incrementó en relación con el año pasado. Y si bien no soy ajeno a la discusión que existe en torno a si un mayor o un menor porcentaje de deuda pública sobre PIB no es determinante para la marcha de la economía de un país, lo cierto es que la deuda es una obligación a la que hay que hacer frente y eso es algo que condiciona la economía de un país, se mire como se mire. Es más, y volviendo a China puesto que iniciamos el post con ella,  mientras que hace tres años una unidad adicional de deuda generaba un 0,89 de PIB en China hoy tan sólo genera un 0,23. Al igual que en España o en Estados Unidos después de distintas QE y en tantos otros países el efecto de endeudarse para crecer es ilusorio.

Llegados a este punto nos encontramos que si sumamos la deuda pública de Japón, Estados Unidos y la Eurozona a fecha de 2012 obtenemos un resultado de 31.335.688 millones de euros. No cuento con los datos de la deuda privada de los mismos, pero si tiene la envergadura de la deuda corporativa China o española (en España la deuda privada representa el 208,2% del PIB) nos podemos echar a temblar.

Los ciudadanos no somos conscientes de que esa deuda pública la pagamos nosotros mismos con nuestros impuestos. Como si no tuviéramos suficiente con hacer frente a la propia deuda. Y claro que es muy fácil generalizar y no distinguir deuda de empresas y deuda de familias, sin embargo el hecho es que la deuda privada es la que realmente es capaz de generar retorno mientras que la deuda pública no genera retorno de ningún tipo, aunque algunos dirán que esto es discutible (ya me contarán el retorno que ha tenido el Aeropuerto de Castellón). En España esto es difícil de apreciar puesto que la distorsión que ha generado la burbuja inmobiliaria en nuestro país ha sido espectacular.

Para concluir, la solución que se ofrece a todo esto es imprimir más moneda, dicho de otra manera, crear riqueza de la nada. En definitiva, hacer lo mismo que se ha estado haciendo cuando se concedieron préstamos a diestro y siniestro. ¿Por qué? Pues es muy sencillo, grosso modo los bancos concedían los préstamos sobre la base de un dinero que supuestamente existían en los mismos. Pero no se prestaba sobre la cantidad de dinero que se depositaba en el banco por parte de los ahorradores, peor aún, el banco prestaba dinero que esperaba ingresar pero que en realidad no tenía. Los bancos concedían préstamos esperando que éstos fueran devueltos con intereses y sobre esos intereses no percibidos concedían nuevos préstamos. Ahora lo que se pretende es imprimir moneda para paliar los efectos de esa práctica, y también de otras como el efecto de la falta de “fluidez del crédito” porque éste se acapara todo por el estado. Sin embargo esa moneda que se imprime de la nada, al igual que el dinero que concedía el banco, no tiene respaldo alguno, no hay valor real detrás de ella. La consecuencia de la práctica de los bancos ha sido que el Estado ha tenido que rescatarlos. Pero ¿quién va a rescatar a los países cuando sus monedas no valgan nada? Y es que antes o después esto ocurrirá, los apuntes contables que respaldaban la concesión de nuevos préstamos no pudieron sostenerse. Con el papel moneda ocurrirá lo mismo antes o después sino se deja de imprimir más pronto que tarde.

Es algo paradójico ver como se ha desarrollado todo este proceso. La lógica (no sé qué dirá la lógica económica, pero mi sentido común es el que es) indica que para poder poner más dinero en circulación debe existir un excedente de valor que permita mayor liquidez. Al igual que para conceder un crédito es necesario contar con el dinero que se va a prestar. Sin embargo, se ha hecho, y se hace, todo al revés. Se concedieron préstamos con dinero que no se tenía y se está imprimiendo moneda sin respaldo alguno. Se trata de jugar con números y con riesgos calculados, sin embargo parece que algo estamos haciendo mal. La velocidad con la que deseamos que ocurran las cosas nos ha abocado a sumergirnos en esta espiral de deuda que no pagaremos nosotros, serán nuestros hijos y nuestros nietos, si pueden, los que lo hagan.

Entiendo que es necesaria una reflexión global seria acerca del lugar donde nos encontramos. Es un sin sentido que la Eurozona, Japón y Estados Unidos tengan una deuda de 31.335.688 millones de euros. Me da igual la capacidad que tengan de pagar esa deuda. Me da igual que eso responda a “el cómo se hacen las cosas ahora”. Es un sin sentido y es peligroso puesto que esas tres regiones, junto con China, que se encuentra en una situación similar o incluso peor, juegan un papel decisivo en las vidas de todos los que habitamos este planeta. En pleno siglo XXI parece que se haya olvidado que el término deuda implica una obligación y que si ésta se incumple hay consecuencias negativas para el que incumple. Parece mentira que se hable tan a la ligera de ingentes cantidades de dinero que circulan de un lugar a otro del planeta, de las previsiones de ENDEUDAMIENTO de un año para otro. Seamos serios, las previsiones de endeudamiento deberían tender a cero y no incrementarse año tras año. Después llega el golpe y la mayor parte de la población de este planeta no entiende de donde viene ni la razón del mismo. Ya no se trata tanto de incrementar la transparencia de los mercados, sino de incrementar el conocimiento de los mismos por parte de los ciudadanos. Y es que, si somos honestos, el no preguntarse de donde sale todo el dinero que hay que pagar y a dónde va el mismo es una de las causas de la situación actual. Desentenderse de aquello que nos cuesta entender es lo más sencillo. Luchar por entenderlo y reclamar actuaciones en orden a poner fin a esta orgía de endeudamiento debería preocuparnos un poco más a todos nosotros.

He empezado hablando de la espiral de deuda china y he enlazado con el problema de deuda existente en los países más desarrollados del mundo. Entiendo que se tiende a ver por separado la situación de uno y otro país, entiendo que hay razones económicas y macroeconómicas para ello que no alcanzo a comprender del todo puesto que no soy economista. Pero los datos están ahí, al alcance de todo el mundo y echar un vistazo a esos datos, analizar el empeoramiento que han experimentado todos los índices que nos revelan la situación básica de un país, tener en cuenta la situación actual y la inmediata y sacar conclusiones no es nada complicado, podrán existir cientos de matices y cientos de excusas para justificar lo que se quiera, pero los datos son los que son. Mi percepción es que la economía global está descendiendo por una pendiente peligrosa y cada vez que hay una bifurcación escoge  el camino que tiene una pendiente más pronunciada hacia el precipicio. Afortunadamente las decisiones adoptadas en el último trimestre del año pasado parecen revelar que se atisba una intención de detener ese descenso hacia la “derrota final” que suele decir un buen amigo mío. Seguiremos pendientes del desarrollo de los acontecimientos.

Como pollos descabezados.

Eso es lo que parecemos ahora mismo la gran mayoría de los españoles. Corremos sin un destino específico. Corremos y corremos sin detenernos ni un solo segundo. Nuestra carrera no es la de un atleta al uso, claro está. Más bien es la antítesis de la misma.
Nos encontramos sentados frente al televisor, el ordenador o incluso rodeados de un grupo de amigos tomando una cerveza y no paramos de correr. Corremos entre noticias, rumores, difamaciones, opiniones, decisiones judiciales, declaraciones oficiales… El goteo incesante de todas ellas nos complica mucho la tarea de detenernos a analizar toda la información que se nos arroja, abusivamente diría yo, a diario. Es tal la intensidad informativa que parece preferible correr cada vez más rápido y llegar al próximo acontecimiento que decante nuestra opinión en un sentido u otro. O más bien la confirme, ya que en multitud de casos tenemos una idea preconcebida.
¿Por qué corremos? ¿Somos incapaces de detenernos y ponernos de acuerdo para correr todos en una dirección que detenga toda esta vorágine? ¿No nos damos cuenta de que si seguimos corriendo no llegaremos a ningún sitio?
A veces parece que la dichosa sociedad de la información tiene como contrapartida la anulación de la iniciativa intelectual más allá de la esfera personal. Puedo contar con los dedos de una mano a la gente que conozco que es capaz de formarse una opinión propia sobre cualquier asunto de relativa trascendencia. Lo habitual es encontrarse o bien una reproducción de la opinión del tertuliano de turno, o, si el tema no ha salido en los medios masivos y adolece de cierta complejidad, un silencio sepulcral.

Esta semana está de moda poner a los políticos a caer de un burro. “Rajoy tiene que dimitir” y preguntes donde preguntes te dirán “sí, tiene que hacerlo”. Yo me pregunto “¿Y luego?” “¿Qué va a cambiar la dimisión de Rajoy?”. No habrá tiempo de preguntárselo porque para entonces nos bombardearán con el tema del sucesor, la sucesora, la oposición, el impacto de la decisión en la economía y demás asuntos que, lo que en realidad hacen, es esconder el problema de fondo que tenemos en España: Seguimos el dictado de los acontecimientos que otros programan o inician. Somos incapaces de correr en la misma dirección para acometer un verdadero cambio.
En esta tesitura de carreras frenéticas encontramos diversos grupos de personas-corredores, sin ánimo de ser exhaustivo me referiré, a bote pronto, a los siguientes:

– Algunos prefieren seguir el dictado de los dirigentes de turno, porque confían en ellos. O simplemente porque el dirigente de turno es el de su cuerda. “Prefiero al mío que a los otros”. Su iniciativa política suele ser nula. Afiliados, simpatizantes, militantes… el espíritu crítico, si alguna vez lo tuvieron, está silenciado por el aparato político de turno.
– Otros son partidarios de pasar por la guillotina a toda la clase política como si esa fuera la solución a los males de una sociedad que está enferma. Siempre lo he pensado: Los políticos son el reflejo de una sociedad. Si los políticos son malos es porque la sociedad permite que estén ahí. La excusa favorita de los partidarios de esta «solución» es que el sistema impide la llegada de gente nueva y distinta. Como si pasar por la guillotina a los que hay ahora fuera algo de lo más innovador.
– Similares al grupo anterior son los que integran el grupo de que la instauración de un nuevo orden democrático-anticapitalista será la panacea. III República, salida de la UE, o imitar el modelo cubano son sus preferencias. Normalmente no me detengo en explicar porqué esta alternativa me parece nefasta y hoy tampoco lo haré. A los hechos de la historia reciente me remito.
– Los neutrales. Esos a los que les importa poco ocho que ochenta. “¿Qué le vamos a hacer?” o similar es la respuesta que dan a cualquier cuestión que les plantees. En general está integrado por las generaciones más jóvenes. Sin duda alguna el grupo más maleable en momentos críticos. Producto de la LOGSE y posteriores desastres educativos han sido educados para que su capacidad intelectual no les permita ir más allá del mensaje más básico llegado el momento oportuno.
– Y por último, aquellos que tratan, como buenamente pueden y saben, de detener a todos los que corremos sin cabeza de un lado para otro, para orientarnos, y orientarse ellos mismos, en la dirección correcta. La principal virtud de los integrantes de este grupo es que ni ellos mismos saben que es lo más adecuado en un futuro inmediato, pero entienden que la mejor manera de determinarlo es pensándolo y decidiéndolo todos juntos, de una manera distinta a la que se supone que lo estamos haciendo en los últimos tiempos. Es el grupo de los que se han molestado en tratar de identificar los males que padece nuestra sociedad en general y nuestro sistema político en particular. Es el grupo de los que tienen la consciencia de que esto no se arregla pasando por la guillotina a toda la clase política, ni cambiando al presidente del gobierno, ni tampoco limitándonos a esperar a que venga alguien con una idea nueva. Nos dicen que las ideas nuevas tienen que partir de nosotros mismos y es nuestro comportamiento el que debe mostrar esa verdadera voluntad de transformar el conjunto de la sociedad. El cambio empieza por uno mismo, y eso implica implicarse, implica formar parte de algo que crezca con nuestras inquietudes, preocupaciones, aportaciones y con nuestro trabajo, no necesariamente remunerado. Dar forma a nuevas alternativas que no tienen por qué ser exclusivamente políticas.

Puede que algunos me digáis: “Yo no conozco a nadie del último grupo”. Lo cierto es que yo conozco a algunos, están ahí, pero no es fácil encontrarlos. La preocupante realidad es que tú no quieras formar parte de ese grupo y prefieras seguir corriendo como un pollo descabezado.

El trauma

Una anécdota virtual es la que va a dar pie al post de hoy. Un compañero mío se ha hecho eco del informe del FMI que rebaja las previsiones de crecimiento para España y demás. Le he contestado que lo mejor de todo es que el FMI siempre peca de optimista. Acto seguido una amiga suya, a la que no conozco ha escrito: «Gracias por el trauma :(«.

Son hechos como el que acabo de describir los que me traumatizan a mí. Que después de más de cuatro años de crisis económica la mayoría de personas siga sin tener ni puta idea de lo que está pasando en el mundo es grave. Una cosa es que en el año 2007 nadie supiera qué eran las hipotecas Subprime, o ignorara qué es la prima de riesgo y qué es lo que determina que ésta suba o baje. Pero que en 2013 la cosa siga prácticamente igual es preocupante.
También es preocupante que en este país para tener una idea aproximada, y en muchos casos deformada, de lo que está pasando en la televisión sólo haya tertulias o programas donde la objetividad brilla por su ausencia. ¿Para cuándo un programa de televisión divulgativo y objetivo dónde no se predisponga al espectador? Stop. Es que eso no se consume. Si no hay polémica no lo ve ni el editor. Y como no se ve, uno se encuentra con que a una persona en 2013 le provoque un trauma saber que el FMI rebaja nuestras previsiones de crecimiento. Traumático es el nivel de endeudamiento de este país, traumática es la guerra de divisas y el proteccionismo que va a desencadenar. Traumático es el hecho de que la economía mundial presente síntomas negativos durante tanto tiempo y se siga fiando todo a los QE y a las políticas monetarias.

Pero ¿qué cabe esperar? No entiendo porque me indigno de esta manera. Total, yo en 2007 acababa de empezar a preparar mis oposiciones y no había estudiado nada de economía en mi vida. Me sonaba a chino todo lo que tuviera que ver con macroeconomía, valores, bonos… Un día me dio por empezar a leer prensa especializada y a buscar conceptos básicos en la Wikipedia (que por cierto lo explica todo bastante bien y enlaza unos artículos con otros para que puedas seguir leyendo). Después me dio por abrirme una cuenta en Twitter y empezar a preguntar a los que parecía que sabían de esto. Y ¡joder! Hay un montón de españoles que saben muchísimo de economía, y que además son majísimos y te explican las cosas. Muchos de ellos también escriben en diarios electrónicos y por increíble que parezca uno puede estar informado de todo lo relevante que ocurre y que va a ocurrir en el mundo de la economía dedicando media hora al día.

Debo ser un friki que se preocupa por lo que de verdad mueve al mundo. Y es que cuando uno habla con los demás de lo que lee tiene esa impresión. “¿Qué dices?” o un silencio acompañado de una cara de absoluta indiferencia suelen ser las respuestas más habituales.
Cuando os suban los impuestos, os bajen las pensiones, o no las cobréis porque os habréis muerto antes y cuando seamos más pobres que las ratas… eso sí que va a ser un trauma.