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La memoria histórica

Hoy hace 75 años se producía el alzamiento nacional. Se iniciaba la época más triste, y más dolorosa de nuestra historia, la Guerra Civil Española. No voy a entrar en disquisiciones sobre sus causas, ni sobre sus protagonistas; quien se haya molestado en leer e informarse sobre lo que fue la II República, y como se vivía en la II República, sabrá que no era lo que algunos dicen que fue. Basta citar a Ortega y Gasset comparando la República que había anhelado con la realidad de 1933: “¡No era esto!”.

Mi intención con este post no es hablar de la guerra civil, sino de sus consecuencias. En aquella guerra no hubo vencedores ni vencidos, sólo un derrotado, el pueblo español. Las divisiones que existían en España, fruto de múltiples factores, (no seamos ingenuos y pretendamos cargar la culpa sobre los hombros de unos o de otros), finalmente se dirimieron en una contienda bélica, “…en la que murieron 265.700 españoles, 148.000 del bando vencedor y 143.500 del bando de los vencidos…” (Tomado del libo «Pérdidas de la Guerra” de Ramón Salas Larrazábal pág. 426).

Parece que a día de hoy algunas personas se ponen en la piel de sus padres, abuelos, bisabuelos y pretender ganar algo que no podrán ganar nunca, esto es una guerra que terminó en el año 1939. O bien pretenden ganar algo que ya tienen, que es libertad, justicia e igualdad, algo que, por desgracia, no existía en la II República. Personas que sólo saben de oídas, o de “leídas” que fue aquel episodio de nuestra historia.
Se trata de personalizar la historia y tratar de reparar lo irreparable, algunos tratan de justificar lo injustificable y otros se posicionan de uno u otro lado, perdiendo el centro y colocándose en el subjetivismo absoluto.
La Guerra Civil Española es una de las contiendas bélicas sobre la que más libros se han escrito. Las posiciones sobre ella, como entonces las posiciones que mantenían los distintos grupos políticos son irreconciliables. Nadie va a ganar la batalla de quien eran los buenos o los malos de la guerra. Es absurdo empecinarse en justificar las actuaciones humanas que tienen lugar durante una guerra, o inmediatamente después de una guerra. Y quien pretenda hacerlo se equivoca y a buen seguro fracasará.
Los dos bandos cometieron atrocidades, los dos cometieron excesos, y es absurdo tratar de dilucidar cuál de los dos cometió más o menos, principalmente porque es prácticamente imposible determinarlo con total exactitud.

Creo que en lugar de entrar en debates estériles y fútiles sobre buenos o malos, deberíamos darnos cuenta de que el hecho en sí es que la guerra civil fue mala para España, y que tras 36 años de dictadura nuestros padres (yo soy de la generación del 83) y nuestros abuelos (muchos de ellos combatientes en la guerra civil) cerraron las heridas y votaron sí a la democracia y a la Constitución Española. Es en este hecho, en el de la reconciliación, el del perdón (a pesar de todo el odio y el terror, que algunos de los que votaron sí, vivieron), y en el del sentimiento de que juntos lograremos ser más fuertes que divididos en donde se debe poner el acento.

No desandemos el camino que ya se ha recorrido, olvidemos aquello que nos separa y busquemos y centrémonos en lo que nos une; en el caso de la Guerra Civil, seguro que tú, igual que yo tuviste un familiar que lo pasó muy mal, cada uno con su particularidad, pero al fin y al cabo lo pasaron mal y seguro que tanto tú como yo deseamos que eso no hubiera pasado nunca.

Reflexiones a bocajarro

A continuación os dejo una serie de pensamientos que brotaban de mi cabeza el otro día y escribí sin pensar demasiado en su significado, es divertido escribir lo primero que te viene a la cabeza.

La vida es algo imprevisible, más que la vida, el destino de cada uno. Las vivencias personales que experimentamos a lo largo de nuestra vida nos revelan aspectos desconocidos de nosotros mismos, o que dábamos por sentados. Es la capacidad de tener la mente abierta y aprender de esas vivencias lo que nos hace crecer como personas.

Crecer es saber cambiar, saber evolucionar, no encerrarnos en una idea, no parapetarnos en una posición. Crecer es darse cuenta de que no todo va a ser como nosotros queremos que sea, que hay cosas, que aunque no queramos, son como son, y hemos de aprender a aceptarlas. No hablo de injusticias, o de cosas que sí que está en nuestra mano poder cambiar. Hablo de personas, de gente que es de una manera de ser que puede que no nos guste. El que algo no te guste no significa, necesariamente, que sea malo.
No sé si es el caso de otros, pero en el mío muchas veces pienso, o pensaba, que lo que yo pienso es lo correcto, es lo justo, y lo único que está bien. Afortunadamente he aprendido a escuchar, y fue escuchando como me empecé a dar cuenta de que no albergo la verdad absoluta, hay muchos puntos de vista, y algunos de ellos pueden ser igual de válidos que los míos.

¿Cómo podemos decantarnos por unos o por otros? En mi opinión la clave está en valorar la situación en cada caso, valorar la felicidad, el amor y lo bueno que hay en cada momento , si no hay nada de eso está claro que no vale la pena.
No hay verdades absolutas, no hay ideologías perfectas, ni sistemas perfectos. La perfección no existe. Siempre existe la posibilidad de mejorar cualquier cosa, Churchill decía “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.” Creo que es la frase más indicada para concluir con esta humilde reflexión. Cambiar a menudo, pero a mejor, o al menos con esa intención.