Lo de este país es deplorable. El partido del gobierno anuncia una investigación interna y una auditoría externa al mismo tiempo que la presidenta del PP madrileño, que pertenece al partido del gobierno, nombra (agárrate) fiscal anticorrupción (!!!) interno a Manuel Pizarro. Por su parte el partido de la oposición abre poco la boca porque es perfectamente consciente de que si hace mucho ruido a él también le pueden buscar las cosquillas.
Ante tal cascada de acontecimientos un ciudadano medio, votante de unos o de otros, se da cuenta de que le han tomado el pelo y que esto no se puede tolerar más. Es el mismo ciudadano que acaba de pedir que le cobren la factura sin IVA, que obliga a que sus empleados cobren en negro la mitad de su sueldo, el mismo que infla o desinfla la contabilidad según el cambio normativo de turno. El mismo ciudadano que está cobrando el paro y hace algún «trabajillo» de vez en cuando para ir tirando. El mismo que manda a su padre jubilado al médico con la lista de medicamentos que necesita. El mismo que pone a nombre de su mujer los bienes para evitar posibles sustos etc.
Un servidor contempla el panorama y se pregunta a sí mismo: ¿y qué se puede esperar?
El anuncio de una auditoría externa por parte del Presidente del Gobierno pone de manifiesto el nulo servico que presta el Tribunal de Cuentas a los ciudadanos. Porque conviene recordar que las instituciones públicas están para eso, para servir.
Que la lideresa del PP madrileño nombre un «fiscal anticorrupción» para su propio partido revela, no sólo el absoluto caos que debe existir dentro del mismo, sino que además pone de manifiesto la escasa voluntad de la presidenta del PP madrileño de coger el toro por los cuernos e ir al fiscal general del Estado, que para algo está.
Deplorable. Lo de este país es deplorable. Y para más inri seguro que dentro de dos días los medios anglosajones «atacarán» nuestro inmaculado honor ventilando nuestras vergüenzas.
De aquellos polvos… El caso Naseiro terminó con la absolución de los imputados por defectos formales en la investigación. Filesa, Ibercorp y demás escándalos del felipismo fueron guardados en un cajón por expreso deseo de José María Aznar. La trama Gürtel habría estado llamada a desaparecer de no ser por un Juez que se apellida Ruz. La trama de los ERE sigue en diligencias judiciales y parece que así seguirá durante mucho tiempo…
Lo peor de la corrupción es que salpica tanto que los políticos honestos que existen quedan señalados. O bien por no haber denunciado lo que conocían. O bien por haber desconocido lo que tenían delante de sí mismos.
Muchas de las cosas que se llevan diciendo desde el viernes están por demostrar. No obstante cualquiera que conozca un poco como funcionan las élites extractivas sabrá qué es más que probable que haya mucho de cierto en todo lo que se está publicando.
Lo más dramático de todo es que dentro de una semana ya habrá pasado todo y en poco tiempo quedarán en el recuerdo nombres como Gürtel, Bárcenas, etc. Y que, entre tanto, anuncios como el de una auditoría externa o el nombramiento de un «fiscal anticorrupción» para el PP madrileño serán bien recibidos por un ingente número de españoles. Son los que, cuando toque, depositarán la papeleta correspondiente en la urna.
Los que oigáis despotricar con vehemencia, ojos inyectados en sangre, vociferando delante de las sedes del PP, son iguales que los primeros. El mismo perro con distinto collar. Pues ellos también acudirán en tropel a depositar la papeleta correspondiente en la urna.
Ni unos ni otros son capaces de ver más allá de sus vísceras, bolsillos o conveniencia inmediata. No han sido capaces en más de treinta años de advertir que un partido que permite la existencia de corruptos en sus filas, por muy íntegros, carismáticos, elocuentes o capaces que sean sus líderes, es un partido corrupto. Y que una vez en el poder esa corrupción conscientemente permitida se extenderá, inevitablemente, a todas las instituciones públicas, arrastrando consigo a la sociedad a una cloaca infecta y nauseabunda.
Al ponernos en manos de dirigentes permisivos con la corrupción una de dos: o somos idiotas, porque nos robarán y estafarán, o esperamos que nos dejen coger nuestro trozo de pastel porque a nosotros también nos va eso de «por una vez no pasa nada» o «bah, esto lo hace todo el mundo así que yo también».
Para concluir diré que me ha sorprendido leer que Esperanza Aguirre, la misma que la semana pasada anunció que por primera vez va a trabajar en el sector privado, haya demandado una regeneración política ¿eso es que no va a volver, verdad? Lo que no ha sido tan sorprendente es el anuncio del pacto anticorrupción entre los dos partidos.
Ojalá que la crisis que atravesamos y que está provocando tanto sufrimiento sea capaz de abrirnos los ojos y consiga que entendamos de una vez por todas que una sociedad tiene los políticos que se merece y que si queremos unos dirigentes justos y eficientes los primeros que debemos ser justos y eficientes hemos de ser nosotros mismos.